3 de febrero de 2010

Veganismo: moralidad, salud y medioambiente




Por lo menos cinco veces por semana recibo alguna versión de la siguiente pregunta:
«Al argumentar a favor del veganismo, ¿deberíamos quedarnos sólo con el argumento moral, y si es algo “malo”, o es “traicionarse” si nos apoyamos en los argumentos basados en la salud y el medioambiente?»
Voy a hacer un podcast respecto de esto en un futuro cercano, pero quiero ahora dejar claro un punto: las líneas entre esos argumentos no son tan nítidas como pueden pensar, en el sentido de que los argumentos de salud y medioambiente tienen dimensiones morales.

Cuando hablo acerca de los Derechos Animales, enfatizo el argumento moral basado en una reinterpretación de la tradición filosófica de Occidente. También discuto el componente espiritual de ahimsa o no-violencia, el cual, para mí, ha sido una parte importante de mi veganismo desde hace 28 años. El componente espiritual no es ciertamente necesario para llegar a una conclusión abolicionista; no me apoyo en él, por ejemplo, en la argumentación filosófica que hice en «Introducción a los Derechos Animales». Pero mi compromiso con la no-violencia es una parte significante de mi pensamiento.

También hablo acerca de la salud y el medioambiente como parte del análisis moral y espiritual.

Tenemos una obligación moral para con nosotros mismos, de ser sanos; ingerir productos que nos causen daño es una forma de violencia que nos infligimos a nosotros mismos. La evidencia empírica se torna más fuerte cada día: los productos animales no sólo no son necesarios para la salud; de hecho, causan daño a nuestros cuerpos de muchas maneras. Incluso pequeñas cantidades de productos animales pueden ser dañinas. Simplemente tenemos una obligación de asegurar que las cosas que ponemos en y sobre nuestros cuerpos no cause daño. Tenemos esta obligación no sólo para con nosotros mismos, sino para con los humanos y no-humanos que nos aman y que dependen de nosotros.

De manera similar, aunque no creo que podemos tener obligaciones morales que debamos directamente hacia los seres no sintientes, sin duda tenemos una obligación hacia todos los seres sintientes que viven en el medio ambiente no sintiente. En verdad, debido a que hay tantos seres sintientes que habitan el medioambiente, es difícil ver el medioambiente como no sintiente de algún modo que afectaría nuestras obligaciones morales. Un árbol puede no ser sintiente en el sentido de ser perceptualmente consciente, pero hay muchos seres sintientes que viven en o sobre el árbol o que dependen del árbol. Y todos los seres sintientes —humanos y no humanos— dependen del medioambiente para un ecosistema sano. La destrucción del medioambiente alcanza muchas cuestiones morales y espirituales serias. Un sistema basado en animales está destruyendo el medioambiente y a todos los seres sintientes que en él se encuentran.

Una objeción común al veganismo es que si todos comemos una dieta basada en plantas, tendríamos que cultivar más tierra, y que esto resultaría en nuestra matanza de más seres no humanos sintientes. Pero esto no es verdad. Actualmente, alimentamos a los animales con la mayor parte de las plantas que se cultivan para comida, los que requieren kilos y kilos de proteínas vegetales para producir un kilo de carne. Si comemos las plantas directamente necesitaríamos menos plantas y no necesitaríamos destruir los ecosistemas a fin de poder tener más áreas para ganadería y pastoreo.

Entonces, finalmente, aunque sostengo que el argumento moral a favor de los derechos animales y el argumento espiritual en favor de la no-violencia son las nociones más importantes, también tenemos obligaciones morales hacia nosotros mismos —y para con los humanos y no humanos que dependen de nosotros— de mantener y mejorar nuestra salud, y la obligación hacia los humanos y no humanos de no destruir el medioambiente.

Entonces, si no son veganos, háganse veganos. Es realmente fácil. Es mejor para su salud, es mejor para el planeta. Pero, lo más importante, es lo moralmente correcto para hacer. Todos decimos que rechazamos la violencia. Tomemos lo que decimos en serio. Demos un paso importante para reducir la violencia en el mundo comenzando con lo que ponemos en nuestras bocas o en nuestros cuerpos.



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