20 de diciembre de 2006

Proyecto Gran Simio: no tan grande




Si se han involucrado en el movimiento por los Derechos Animales –en realidad, incluso si sólo hubieran contribuido con una única organización en todas sus vidas–, probablemente reciben una infinidad de pedidos de donaciones. La semana pasada, mientras estaba seleccionando entre todas las muchas oportunidades que se me ofrecía para “ayudar a los animales” mediante la firma de un cheque, reparé en una de la New England Anti-Vivisection Society [NEAVS], que pedía dinero para apoyar el Project R&R: Release and Restitution for Chimpanzees in U.S. Laboratories [Proyecto para liberar y Rehabilitar chimpancés de los Laboratorios de EE.UU.]

NEAVS nos dice que los chimpancés “comparten el 96% de nuestros genes. Viven en familias, protegen a sus crías, hacen amistades y expresan alegría, tristeza y enojo. Muestran inteligencia, humor y compasión. “El tema de la campaña es que, como los chimpancés tienen una capacidad cognitiva y un perfil genético semejantes a los nuestros, ellos son “individuos de verdad, con personalidades únicas y necesidades iguales a las tuyas y a las mías.” NEAVS busca donaciones para lanzar una campaña informativa y legislativa con el fin de unir aquellos países que han “prohibido o limitado severamente la investigación con chimpancés y otros grandes simios.”

La campaña de la NEAVS y otros esfuerzos similares —hay varios, incluído el Great Ape Standing and Personhood [GRASP] promovido por la organización Friends of Animals— no son nuevos u originales. En 1993, un número de estudiosos colaboraron para un libro de ensayos titulado "The Great Ape Project" [El Proyecto Gran Simio] [GAP]. El libro estaba acompañado de un documento, “La Declaración de los Grandes Simios”, a la cual los colaboradores subscribían. La declaración dice que los grandes simios “son los parientes más próximos de nuestra especie” y que estos no humanos “tienen capacidades mentales y una vida emocional suficientes para justificar su inclusión en la comunidad de los iguales”.

Desde 1993, se hicieron esfuerzos, en varios países, para limitar o detener la investigación que usa a los grandes simios. La idea detrás de estos esfuerzos es que, como los grandes simios no humanos tienen características consideradas como únicamente halladas en los humanos, tales como la conciencia de sí mismo, o el pensamiento abstracto, las emociones y la habilidad de comunicarse con lenguaje simbólico, ellos están calificados para tener ciertos derechos fundamentales.

Ciertamente concuerdo con la idea de que es erróneo usar grandes simios no humanos en investigación o en circos, o confinarlos en zoológicos, o usarlos para cualquier otro propósito. Pero rechazo la posición que llamo de mentes semejantes, que liga la condición moral de los no humanos al hecho de que ellos tienen características cognitivas parecidas a las de los humanos. La explotación de los grandes simios no humanos es inmoral por la misma razón que es inmoral explotar a centenas de millones de ratones y ratas a los que rutinariamente se explota en los laboratorios, o a los billones de no humanos que matamos y comemos: los grandes simios no humanos y todos estos otros no humanos son, de la misma manera que nosotros, sintientes. Son conscientes; tienen conciencia subjetiva, tienen intereses, tienen capacidad de sufrir. Ninguna otra característica, más allá de la sintiencia, es exigida para ser una persona.

Fui un colaborador de GAP y un signatario original de la Declaración de los Grandes Simios. Sin embargo, en mi ensayo de 1993 en el libro de GAP, y de manera más extensa en escritos subsiguientes, expresé mi punto de vista de que sólo la sintiencia es necesaria para la personalidad. Pero ahora veo que todo el GAP fue mal concebido y lamento mi participación.

Esfuerzos como GAP, Proyecto R&R, y similares esfuerzos, son problemáticos porque ellos sugieren que una determinada especie de no humanos es «especial», basándose en la semejanza de esa especie con los humanos. Eso no desafía la jerarquía especista, sino que la refuerza, en al menos dos formas.

Primero; esto sugiere, en términos empíricos, que sólo los no humanos que tienen cognición similar a la de la humanidad, tienen ciertas otras características cuando, de hecho, estas son compartidas por otras especies. Por ejemplo, quien está pidiendo fondos para el Proyecto R&R, nos dice que los chimpancés tienen reacciones emocionales similares a los humanos y que hacen acuerdos sociales complejos que no pueden desarrollar estando en un laboratorio. Tengo la certeza de que esto es verdad, pero también tengo la certeza de que las ratas son inteligentes, tienen emociones, y tienen relaciones sociales complejas que se frustran totalmente cuando están confinados en las jaulas de plástico de un laboratorio que tienen el tamaño de una caja de zapatos.

El proyecto R&R sugiere que los chimpancés sufren más que lo que lo hacen otros animales de laboratorio. Tal vez sí, tal vez no. No lo sé yo, ni lo sabe NEAVS, ni lo sabe nadie. Aunque los chimpancés son más parecidos a los humanos, quizás, como los humanos, tienen ciertos mecanismos psicológicos que les permiten desligarse del estrés que están enfrentando, lo que las ratas, ratones, y otros sintientes no humanos no tienen. En cualquier caso, es muy peligros hacer el juego de «X sufre más que Y». Esto es precisamente el malentendido que nos ha llevado a pensar que el uso de chimpancés en investigación está justificado —nosotros supuestamente sufrimos más que ellos porque tenemos aún más de las características mentales «especiales», así que es aceptable usarlos a ellos para que nosotros podamos sufrir menos.

Segundo; GAP, Proyecto R&R, y esfuerzos similares sugieren que las características cognitivas más allá de la sintiencia tienen algún valor moral. Esta noción es muy problemática. Vamos a suponer que los chimpancés piensan racionalmente de la misma manera que lo hacen los humanos. ¿Y con eso qué? ¿Porqué la racionalidad humana es mejor que ser capaz de volar con tus propias alas —algo que ni los humanos ni los grandes simios no humanos pueden hacer? La respuesta, por supuesto, es que somos nosotros, los humanos, los que lo decimos. Pero esto no es un argumento. Esto es el clásico ejemplo de dar por cierta una afirmación sin fundamentarla.

Vemos esto claramente en situaciones que involucran a los humanos. Supongamos que tenemos un humano con problemas mentales muy graves y sin las capacidades cognitivas de un chimpancé normal. ¿Y qué? ¿Eso significa que el humano deficiente tiene menos importancia, en sentido moral, que el chimpancés, cuando se trata del derecho fundamental de no ser tratado como una cosa? Claro que no —a menos que acepten la posición de Peter Singer de que los humanos deficientes, la cual rechazamos tanto yo como la mayoría del mundo. Para el propósito de determinar si usamos al chimpancé o al humano deficiente en un experimento biomédico doloroso, o en algún otro contexto en que ellos sean usados exclusivamente como recursos, el chimpancé y el humano deficiente son iguales —ambos son individuos con interés en no ser usados como un recurso.

Hay diferencias entre chimpancés y ratas, como las hay entre los humanos. Tales diferencias pueden ser relevantes para algunos propósitos, pero son irrelevantes para el propósito de decidir si tratamos o no a un ser sintiente exclusivamente como recurso de otros humanos supuestamente «superiores».

Aquellos que se consideran abolicionistas, y no bienestaristas, deben ser bien claros: debemos detener la explotación de todos los no-humanos sintientes. Podemos querer empezar con los grandes simios pero deberíamos dejar muy en claro que eso no tiene nada que ver con el hecho de que ellos son «como nosotros», excepto en el sentido de que, como nosotros, ellos son sintientes y nosotros no tenemos ningún justificativo moral para tratar a cualquier no humano sintiente exclusivamente como recurso de los humanos. El riesgo de GAP, del Proyecto R&R y de otras campañas semejantes, todas basadas en la noción de que la condición moral y legal de los grandes simios no humanos depende del hecho de que ellos son «como nosotros», en el plano cognitivo, es que vamos a afianzar más el paradigma especista y asegurar que el 99,9999% de los no humanos que son rutinariamente explotados, permanezcan del lado de las cosas dentro de la división persona/cosa.

No necesitamos financiar programas educacionales referidos a semejanzas entre los grandes simios humanos y los no humanos. Esas semejanzas son y han sido muy claras por años, y sin embargo continuamos explotando a los grandes simios en laboratorios, zoológicos, y circos. Estas similitudes obvias ni siquiera convencieron a Jane Goodall para que exija la abolición del uso de los grandes simios no humanos para la vivisección. Lo que necesitamos es cambiar el paradigma por completo y no meramente reforzar el mismo pensamiento jerárquico que nos dejó en la situación en que estamos hoy.

Algunos animalistas argumentan que una campaña que asocia el valor moral a las características humanas es aceptable, porque el reconocimiento de que los grandes simios son personas podría llevar al reconocimiento de que otros no humanos también lo son. Pero concentrarse en las características cognitivas de algunos no humanos que han sido declarado como «especiales» es como tener una campaña por los Derechos Humanos concentrada en dar derechos, primero, a los humanos más inteligentes, con la esperanza de, más tarde, extender los derechos a los humanos menos inteligentes; o como tratar a las personas que tienen sólo un progenitor negro, como si fueran mejores porque son más parecidos a los blancos. Ciertamente rechazamos ese elitismo, en lo que concierne a los humanos. De la misma forma, deberíamos rechazarlo en lo que concierne a los no-humanos.


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