5 de enero de 2006

Abolición de la Explotación Animal: El Viaje No Empezará Mientras Caminemos Hacia Atrás




En “The Longest Journey Begins with a Single Step: Promoting Animal Rights by Promoting Reform” ["El Viaje Más Largo Comienza con un Simple Paso: Promoviendo los Derechos Animales a través de la promoción de las Reformas"]  Peter Singer y Bruce Friedrich, de PeTA, afirman que una “extraña” controversia se ha desarrollado en “los últimos años” acerca de si los defensores de los animales deberían perseguir el bienestar animal como medio para alcanzar los derechos animales.

Esta controversia no es ni “extraña” ni “reciente”. La controversia no es “extraña” porque hay una inconsistencia fundamental entre la regulación de la explotación animal y su abolición. La controversia no es “reciente” dado que la tensión entre derechos y bienestar ha sido constante en el movimiento animalista durante los últimos quince años. Lo que es “reciente” es que hay un movimiento mundial emergente de activismo de base, que está desafiando la hegemonía de las organizaciones corporativas de bienestar animal que han dominado el movimiento, y que está tratando de formular un paradigma abolicionista alternativo. Por tanto, no resulta una sorpresa que Singer, quien es el principal defensor de la ideología bienestarista, y PETA, quien aplica esa ideología y mantiene que cualquier disenso, o incluso discusión, es “divisiva” y amenaza la “unidad” del movimiento, estén expresando su preocupación.

Hay por lo menos cinco razones por las cuales un abolicionista debe rechazar el enfoque bienestarista presentado en el texto de Singer/Friedrich:

1. Bienestar Animal: Hacer la Explotación Más Eficiente.

Singer y Friedrich afirman que las reformas de bienestar reconocerán que los no-humanos tienen “derechos” e “intereses” -que las reformas alejarán a los animales progresivamente de la condición de propiedad o mercancías que solo tienen valor extrínseco o condicional. Están equivocados. Las reformas que ellos apoyan no tienen nada que ver con reconocer que los animales tienen intereses moralmente significativos que deben ser protegidos incluso cuando no hay beneficio económico para los humanos. En su mayoría, estas reformas, como muchas medidas de bienestar animal, no hacen más que hacer la explotación animal económicamente más rentable para los explotadores de animales y encierran aún más a los animales en el paradigma de la propiedad.

Por ejemplo, consideremos la campaña que ha llevado a un acuerdo de McDonalds que requiere normas supuestamente más “humanitarias” en los mataderos y aumentar el espacio para las gallinas de jaulas en batería. Singer aplaude estas acciones hechas por McDonalds, que fueron seguidas por Wendys y Burker King, como un “rayo de esperanza” y “el primer signo de esperanza para los animales de granja americanos desde que empezó el movimiento animal moderno”. (N.Y. Rev. of Books, 15 Mayo de 2003), Friedrich afirma que “ha habido un cambio real de conciencia” en lo que se refiere al trato de los animales utilizados para comida (L.A. Times, 29 de Abril de 2003), y Lisa Lange de PETA felicita a McDonalds por “dirigir el camino en reformar las prácticas de proveedores de comida rápida en el trato y matanza de sus bovinos y aves.” (L.A. Times, 23 de Febrero de 2005).

Las normas de los mataderos elogiadas por Singer y PETA, fueron desarrolladas por Temple Grandin, diseñadora de sistemas de manejo y matanza “humanitarios”. Las directrices de Grandin, que incluyen técnicas para mover a los animales a través del proceso de matanza y aturdirles, están basadas explícitamente en preocupaciones económicas. De acuerdo con Grandin, el manejo adecuado de los animales que van a ser sacrificados “mantienen a la industria de la carne funcionando en forma segura, eficiente y lucrativa.” El aturdimiento apropiado es importante porque “proveerá carne de mejor calidad. El aturdimiento eléctrico inapropiado causará coágulos de sangre en la carne y fracturas óseas… Un animal que es aturdido apropiadamente producirá un cuerpo firme sobre el que es seguro trabajar para los trabajadores de la planta.” Ella mantiene que “el trato cuidadoso bien diseñado minimizará los niveles de estrés, mejorando la eficiencia y manteniendo la buena calidad de la carne. El manejo brusco o el equipamiento pobremente diseñado va en detrimento tanto del bienestar animal como de la calidad de la carne”.http://www.grandin.com

Al discutir de un modo general la matanza y las mejoras en las jaulas de batería a las que se refieren Singer y Friedrich, McDonalds afirma: “los animales que son bien cuidados son menos propensos a enfermedades, heridas y estrés, todo ello tiene el mismo impacto negativo sobre las condiciones del ganado que tiene sobre la gente. Las prácticas apropiadas de bienestar animal también benefician a los productores. El cumplimiento con nuestras líneas directrices de bienestar animal ayuda a asegurar una producción eficiente y reduce los residuos y las pérdidas. Esto permite a nuestros proveedores ser altamente competitivos” (www.mcdonalds.com) Wendy también enfatiza la eficiencia en su programa de bienestar animal: “Los estudios han demostrado que los métodos humanitarios de manejo de animales no sólo previenen de sufrimiento innecesario, sino que pueden resultar en un entorno de trabajo más seguro para los trabajadores implicados en la industria de las granjas y del ganado.” (www.wendys.com) En un informe sobre reformas voluntarias de la industria del ganado, el periódico Los Angeles Times afirmó que “en parte, las reformas son dirigidas por el propio interés. Cuando un animal tiene heridas, su carne se vuelve blanda y debe ser descartada. Incluso el estrés, especialmente justo antes de la matanza, puede afectar a la calidad de la carne”. (29 de Abril de 2003).

Este ejemplo (y hay muchos otros) ilustra cómo los productores de productos animales -trabajando con destacados activistas animalistas- están mejorando en explotar animales de un modo económicamente eficiente mediante la adopción de medidas que mejoran la calidad de la carne y la seguridad de los trabajadores. Pero esto no tiene absolutamente nada que ver con cualquier reconocimiento de que los animales tienen valor inherente o de que tengan intereses que deberían ser respetados incluso cuando no es beneficioso económicamente para los humanos hacerlo. Las supuestas mejoras en el bienestar animal están, en su mayoría, limitadas a, y justificadas por el beneficio económico para los explotadores y consumidores de animales. Es más, los grandes explotadores corporativos de animales pueden ahora apuntar al hecho de que activistas como Singer y PETA les están alabando por su trato supuestamente “humanitario” de los animales no-humanos. PETA ofreció de forma bastante destacada su premio Visionaria del Año 2005 a Grandin, quien es asesora de McDonalds y otras cadenas de comida rápida, por sus “mejoras innovadoras” en los procesos de matanza e Ingrid Newkirk de PETA alaba a Grandin como habiendo “hecho más por reducir el sufrimiento en el mundo que cualquier otra persona que alguna vez haya vivido” (New Yorker, 14 de Abril de 2003).

Hay también serias dudas sobre si estos cambios realmente proporcionan mejoras significativas en el tratamiento de los animales, aparte de la cuestión de la explotación eficiente. Un matadero que sigue las directrices de Grandin para aturdir, sobre el empleo de pinchazos, y otros aspectos del proceso de la matanza sigue siendo un lugar indescriptiblemente espantoso. Las gallinas de batería que proveen a algunas de las grandes cadenas de comida rápida, pueden vivir ahora en un área equivalente a un cuadrado de aproximadamente 8½ pulgadas, en vez de hacerlo en el estándar de la industria -un cuadrado de aproximadamente 7 pulgadas- pero sería insensato afirmar que la existencia de una gallina de baterías es cualquier cosa excepto miserable.

2. Bienestar Animal: Haciendo que el Público esté Más Cómodo Acerca de la Explotación Animal

Singer y Friedrich afirman sin ninguna base que las reformas de bienestar animal llevarán a una mayor protección de los animales y entonces a la “liberación animal” (posteriormente trataré más sobre esto). Hemos tenido bienestar animal durante 200 años ya, y no hay evidencia alguna de que las reformas de bienestar lleven a una protección significativa de los intereses de los animales, mucho menos a la abolición. De hecho, estamos utilizando a más no-humanos hoy día, y de modos más horribles, que en cualquier momento de la historia. En cuanto a las mejoras marginales que hemos realizado en algunos aspectos del trato hacia los animales, esas mejoras, en su mayoría, han estado limitadas a medidas que hacen que la explotación animal sea más rentable. Aunque es posible, en teoría, ir más allá de este nivel mínimo de protección animal, el estatus de los no-humanos como propiedades y la preocupación resultante para maximizar el valor de la propiedad animal milita fuertemente en contra de cualquier mejora significativa en nuestro trato de los animales y asegura que el bienestar animal hará poco más que hacer que la explotación animal sea más eficiente económicamente y socialmente aceptable. En cualquier caso, las reformas que Singer y Friedrich proponen, y que están siendo actualmente promovidas por las organizaciones corporativas de bienestar animal en los Estados Unidos, no van más allá del nivel mínimo.

Singer y Friedrich afirman que los detractores del bienestar están diciendo “que antes de estas reformas, gran cantidad de personas estaban renunciando a comer carne, pero que ahora han decidido que, dado que los animales no son tratados tan mal, pueden comer carne nuevamente”. Ni yo ni ningún otro crítico del bienestar animal que yo sepa ha dicho nunca tal cosa. Lo que he dicho es que el bienestar animal claramente no resultó en grandes cantidades de no-veganos que cambien su comportamiento y rechacen consumir carne u otros productos animales, y que las reformas bienestaristas no parece que llevarán en esa dirección en ningún momento cercano por la misma razón de que hacen que la gente se sienta más cómoda respecto a la explotación animal. Esa comodidad es el mensaje explícito del movimiento bienestarista. Los defensores de animales afirman que podemos “consumir con conciencia”. (N.Y. Times, 6 de Octubre de 2004, afirmación de Paul Waldau). De hecho, en el libro más reciente de Singer The Way We Eat: Why Our Food Choices Matter él y el co-autor Jim Mason afirman que podemos ser “omnivoros conscientes” y explotar a los animales éticamente si, por ejemplo, elegimos comer sólo animales que hayan sido bien cuidados y matados sin dolor ni angustia.

El mensaje que envía este enfoque es muy claro, y si Singer y Friedrich realmente piensan que no incita al consumo de productos animales, están engañados. Es más, las reformas de bienestar animal pueden incrementar la demanda e incrementar el sufrimiento neto de los animales. La relación entre un incremento de la demanda y los estándares “humanitarios” es reconocida por los propios bienestaristas. Por ejemplo, el material educativo producido por la Sociedad Humanitaria de los Estados Unidos promueve su campaña por alternativas más “humanitarias” a las celdas de gestación para cerdas y afirma explícitamente que la adopción de sistemas alternativos puede resultar en algún incremento de la demanda o recompensas mercantiles para los productores.

Me gustaría compartir con ustedes una historia que, aunque anecdótica, ilustra el problema. Cuando la tienda Whole Foods abrió cerca de mi casa, vendía productos cárnicos, pero no tenían un departamento de carne. Ahora hay un gran departamento de carne fresca y peces. Hay también avisos en la tienda, anunciando la “Animal Compassion Foundation” [Fundación por la Compasión Animal] establecida por Whole Foods, que proporciona fondos para que los rancheros y granjeros puedan desarrollar modos de criar a los no-humanos más “humanitariamente”. Hace varias semanas, estaba caminando al lado de la vitrina de la carne y le dije a un empleado que estaba allí que pensaba que era una pena que Whole Foods vendiese cadáveres. El empleado respondió: “¿Sabía que PETA le dio un premio a Whole Foods por lo bien que tratan a los animales?” Sí, es cierto. Además de darle un premio a Temple Grandin, PETA también premió a Whole Foods por “requerir que sus productores se adhiriesen a estándares estrictos” (www.peta.org). The Way We Eat trata sobre Whole Foods y tiene páginas y páginas de adorables elogios hacia la compañía como un vendedor éticamente responsable de productos animales.

Dejando de lado que hay algunas serias dudas sobre qué “estándares estrictos” PETA y otros elogian, por tener efectos significativos sobre la vida y muerte de los animales cuyos cadáveres son vendidos en Whole Foods (un artículo de próxima aparición del profesor Darian Ibrahim de la Universidad de Arizona mantiene que los estándares son inexistentes), este tipo de enfoque solo puede aumentar la confusión donde debería haber claridad, y estimula a la gente a creer que podemos “consumir con conciencia”, lo que sirve para perpetuar -y legitimar- el consumo de productos animales. En palabras de un crítico de “The Way We Eat” en Amazon.com: “No tienes que hacerte vegetariano, ni siquiera vegano, aunque serlo sería una buena forma de vivir, tanto moralmente como en cuanto a la salud, pero el libro seguramente hace que quieras ir de compras a Whole Foods y adquirir pollos de campo libre y hacer lo que puedas para que tu provisión de comida provenga de un sitio decente”.

3. ¿El objetivo? ¿Qué objetivo?

Singer y Friedrich hablan de cómo el bienestar promueve los “derechos animales” y afirman que la oposición al bienestar animal es “contraproducente para el objetivo de la liberación animal que todos compartimos. ¿Exactamente qué objetivo es ése que todos compartimos?

Singer es un utilitarista que firmemente rechaza derechos morales para los no-humanos y para los humanos, aunque utilice el lenguaje de los derechos de forma confusa cuando le conviene. Así desde fuera, quienes mantienen que los humanos tienen ciertos derechos morales, tales como el derecho a no ser esclavizado o ser utilizado como una mercancía por otros, no comparten el objetivo de Singer, al menos en lo que a humanos se refiere. En cuanto a los no-humanos, Singer no se opone a la utilización per se de la mayoría de animales; a él sólo le preocupa el trato. Hasta el punto que discute el uso, solo en el contexto de una preocupación de que podemos no ser capaces de asegurar un tratamiento adecuado. Pero su fin no es la abolición de toda explotación animal: dada la teoría moral general de Singer, la abolición no puede ser su objetivo. Singer ha mantenido constantemente que la mayoría de los no-humanos no tienen un interés en continuar viviendo porque no son auto-conscientes en el mismo sentido en que lo son los humanos típicos y, como resultado, no se preocupan sobre si les utilizamos; ellos solo se preocupan sobre cómo los utilizamos. Esto refleja la postura de Jeremy Bentham, el utilitarista del siglo diecinueve en quien Singer basa su teoría. Bentham afirmó que, aunque los animales podían sufrir y, por tanto, importaban moralmente, los animales no se preocupan si, por ejemplo, les comemos. A ellos solo les importa cómo les tratamos hasta que los comemos.

Esta postura -que no es la utilización per se sino solo el trato- es la fundación de la ideología del bienestar animal y difiere de la postura de los derechos animales que he articulado. Sostengo que si los animales tienen un interés en una existencia continuada -y sostengo que cualquier ser sintiente lo tiene- entonces nuestra utilización de ellos como recursos humanos -sin importar cuán “humanitariamente” les tratemos- no puede ser defendida moralmente y afirmo que deberíamos buscar abolir la explotación animal y no regularla. También argumento que Singer está equivocado al mantener que es posible acordar igual consideración a cualquiera de los intereses que él reconozca que tienen los animales, mientras sigan siendo propiedades humanas. Los intereses de la propiedad casi siempre serán considerados como menos importantes que los intereses de los dueños de la propiedad.

No tienen que profundizar mucho en filosofía para evaluar la naturaleza de la “liberación animal” de Singer. El libro más reciente de Singer no solo mantiene que podemos comer animales y productos animales éticamente, sino que también tiene una revelación que debería instruir nuestro punto de vista sobre Singer y sus puntos de vista sobre la violencia hacia los no-humanos. En “The Way We Eat” Singer y Mason nos cuentan que descubrieron que una industria de pavos necesitaba trabajadores para ayudar en la inseminación artificial. “Nos picó la curiosidad y decidimos ver por nosotros mismos lo qué implicaba realmente este trabajo”. Singer y Mason pasaron un día “recogiendo el semen e introduciéndolo en las hembras”. Agarraban a los pavos y los mantenían cautivos mientras que otro trabajador “exprimía la abertura hasta que se abría y manaba el blanco semen hacia adelante. Empleando una bombilla al vacío, lo aspira con una jeringuilla”. Singer y Mason entonces tenían que “quebrar” a las hembras, lo que implicaba aprisionarlas “de forma que su trasero estuviese recto y su cloaca abierta”. El inseminador entonces insertaba un tubo dentro de la hembra y empleaba una ráfaga de aire comprimido para insertar el semen dentro del oviducto de la hembra.

Y no fueron solo los pavos quienes tuvieron momentos desagradables. Singer y Mason se quejan de que su día en la granja de pavos fue el “trabajo más duro, rápido, sucio, más desagradable y peor pagado que habían tenido hasta el momento. Durante diez horas apresaron y lidiaron con aves, sacudiéndolas cabeza abajo, frente a sus anos que les forzaban a abrir, esquivando sus excrementos, mientras respiraban aire lleno de polvo y plumas agitadas por aves presas del pánico” Todo eso además de “recibir un torrente de abusos verbales por el encargado. Duramos un día.” Uno se pregunta si Singer y Mason habrían vuelto al segundo día si las condiciones de trabajo hubiesen sido mejores.

Es profundamente indignante que Singer y Mason consideren moralmente aceptable involucrase en violencia contra los no-humanos por cualquier propósito, especialmente para satisfacer su curiosidad sobre “lo que este trabajo realmente implica”. Sugiero que no hay modo no-especista de justificar lo que Singer y Mason afirman haber hecho, sin también justificar la violación de una mujer, o el abuso de un niño, para ver lo que esos actos de violencia “realmente implican”. Tal vez las perversas acciones de Singer con los pavos puedan explicarse por su afirmación en 2001, en Nerve.com de que “el sexo con animales no siempre implica crueldad” y que podemos tener contacto sexual con animales “mutuamente satisfactorio”. En cualquier caso, si la violencia contra los no-humanos está permitida bajo la teoría de Singer, no necesitamos saber mucho más antes de concluir que la teoría tiene algunos fallos muy serios y que sus objetivos no son, probablemente al contrario de lo que Singer piensa, aquéllos que nosotros compartimos.

En cuanto a los objetivos de Friedrich y PETA, una cosa ha resultado clara a lo largo de los años, y es que la comprensión de PETA de los “derechos animales” es, por decir poco, idiosincrásica. Por citar un ejemplo entre muchos, ninguna teoría de derechos animales que conozca permitiría el asesinato en masa de no-humanos sanos, como ocurrió en el “santuario” de Aspen Hill de PETA en 1991, o, más recientemente en las oficina centrale corporativa de PETA y por los empleados de PETA que supuestamente emplean engaños para conseguir animales sanos que son consiguientemente matados y tirados a la basura. Supongo que si estan de acuerdo con Singer -que los animales que PETA mató no tenían interés en sus vidas, sino que solo querían una muerte “amable” o “compasiva”- esto tiene sentido para ustedes. Yo, sin embargo, estaría en desacuerdo.

Cuando los defensores de los animales cuestionan a los bienestaristas de corporaciones, la respuesta común es decir que todos tenemos el mismo objetivo, todos estamos trabajando por los animales, y que el disentimiento o la discusión amenazarán a la unidad del movimiento. Al igual que el “consumo compasivo”, la noción de “unidad del movimiento” es una ficción empleada para mantener el control sobre el discurso y las estrategias. No hay “unidad” del movimiento porque hay una diferencia irreconciliable entre la posición abolicionista/derechos y la posición de la regulación/bienesta, entre quienes mantienen que deberíamos ser tan “fanáticos” (por emplear la despectiva descripción de Singer) sobre el especismo como lo somos sobre la explotación humana, y quienes, como Singer, no lo hacen. Las proclamas sobre la “unidad” del movimiento son simplemente otro modo de decirles a los defensores que no cuestionen el control del movimiento por los bienestaristas corporativos.

4. Bienestar Animal o Nada: La Falsa Dicotomía

Singer y Friedrich mantienen que quienes están preocupados por los no-humanos tienen dos opciones: buscar el bienestar animal o no hacer nada para ayudar a los animales. La implicación aquí es que la postura abolicionista es demasiado idealista y no puede proporcionar una estrategia para seguir a corto plazo. Esto es una estratagema común de los bienestaristas y no está claro para mi si realmente creen eso, o si es sólo un eslogan. En cualquier caso, Singer y Friedrich nos presentan ante una falsa dicotomía.

Estamos causando dolor, sufrimiento y muerte a miles de millones de no-humanos cada año. Nadie -incluido el abolicionista más convencido- sostiene que podemos parar eso de la noche a la mañana o, de hecho, en cualquier momento cercano. La cuestión con la que se enfrenta el activista es qué hacer ahora. Es más, vivimos en un mundo de tiempo limitado y recursos limitados. No podemos hacer todo. Así que la cuestión -al menos para aquéllos para quienes su objetivo es la abolición- resulta ser: ¿Qué elegimos para hacer ahora que reducirá la mayor cantidad de sufrimiento a corto plazo, que sea consistente con el enfoque abolicionista, y que construirá un movimiento político para posteriores cambios en una dirección abolicionista?

Yo diría que el bienestarismo no es la elección racional para el abolicionista. Es un poco tarde en el juego de promover el bienestar animal como el “único paso” que nos pondrá en el camino de nuestro largo viaje. Hemos gastado miles de millones de dólares y ¿qué podemos mostrar a cambio? Yo sostengo que la respuesta es: nada y ciertamente nada que podría describirse como un empleo efectivo de nuestros limitados recursos. Singer y Friedrich citan la Ley de Bienestar Animal (Animal Welfare Act - una ley federal de los Estados Unidos que significa regular la utilización de no-humanos en experimentos y exhibiciones) y la Ley de Sacrificio Humanitario de Estados Unidos [U.S. Humane Slaughter Act] como ejemplos de leyes bienestaristas que dejarían a los animales en peor situación si no las tuviésemos. No estoy de acuerdo.

La Ley de Bienestar Animal, que ni siquiera se aplica al 90% de los no-humanos utilizados en experimentos, no impone límites reales sustanciales a lo que los vivisectores pueden hacer con los animales en el laboratorio. La ley proporciona, en cambio, un recurso para la comunidad investigadora y para que gente como Singer y Friedrich la señale de forma de asegurarle al público que hay una regulación de la vivisección. La Ley de Sacrificio Humanitario -que tampoco se aplica siquiera a la mayoría de animales que nos comemos- se centra, en cualquier caso, en reducir el daño a los cadáveres y mejorar la seguridad de los trabajadores. De nuevo, el principal propósito de la ley es hacer que los consumidores se sientan más cómodos. La ley no exige más protección de la que un propietario racional tendría en primer lugar, y hay incontables ejemplos de que el gobierno de Estados Unidos no aplica dicha Ley.

Singer y Friedrich también citan como un ejemplo del progreso de bienestar animal que “los cambios de densidad en el almacenamiento de gallinas, aunque exiguos, significan que las condiciones han ido de un 20% de muertes anuales a dos o tres por ciento de muertes anuales”. Esto es particularmente grotesco dado que el 100% de los pollos serán finalmente matados. Cualquier reducción en las muertes antes del matadero mantiene a las aves vivas durante más tiempo en condiciones horribles y aumenta los beneficios de los explotadores. Así que los bienestaristas han tenido éxito en educar a los explotadores sobre cómo, en palabras de McDonalds “asegurar una producción eficiente y reducir […] los gastos y pérdidas.” Singer y Friedrich pueden encontrar esto excitante. Yo no.

Entonces ¿qué puede hacer hoy un abolicionista que reduzca el sufrimiento a corto plazo más efectivamente y que sea consistente con el fin abolicionista? El planteamiento abolicionista proporciona una guía práctica en numerosos aspectos. La forma más importante de cambio progresivo es la decisión del individuo de hacerse vegano. El veganismo, o el rechazo de todos los productos animales, es más que una cuestión de dieta o estilo de vida; es una afirmación política y moral en la cual el individuo acepta el principio de abolición en su propia vida. El veganismo es la única meta verdaderamente abolicionista que todos podemos alcanzar – y alcanzarla inmediatamente, empezando con nuestra próxima comida. Si vamos alguna vez a hacer efectivo un cambio significativo en nuestro trato de los animales y poner fin algún día a ese uso, es un imperativo que haya un movimiento político y social que busque activamente la abolición y considere el veganismo como parte de la línea moral de base. No hay, por supuesto, distinción racional entre la carne y otros productos animales, tales como los huevos o los lácteos, o entre la peletería o el cuero, la seda o la lana.

La mayoría de organizaciones nacionales de defensa animal en los Estados Unidos se centran en el bienestar animal incluso si hacen algún servicio al veganismo. Un excelente ejemplo de esto es PETA. Por un lado, PETA aparenta promover el veganismo. Por otro lado, las campañas de PETA están, en su mayoría, centradas en regulaciones tradicionales de bienestar y PETA promueve activamente y de modo confuso el concepto de productos animales obtenidos “humanitariamente”.

No hay, sin embargo, ningún sentido en que el veganismo sea promovido como una línea moral básica del movimiento. En cambio, el veganismo es presentado meramente como una elección opcional de un estilo de vida y es frecuentemente presentado como difícil y solo para los pocos convencidos, en vez de ser una forma fácil de eliminar la explotación. Esto es, el movimiento corporativo, muchos de cuyos “líderes” no son ellos mismos veganos, presenta él mismo a la postura abolicionista/vegana como el “extremo” o postura “radical”, haciendo que la postura “normal” o “mayoritaria” sea aquella en que intentamos “consumir con compasión”. De hecho, Singer afirma que “no tenemos que ser fanáticos” sobre las cuestiones alimenticias y “un poco de auto-indulgencia, si puedes mantenerla bajo firme control” es aceptable (The Way We Eat, 281, 283). Por supuesto, nunca diríamos que “un poco de auto-indulgencia” es aceptable cuando nos referimos a violaciones, asesinatos, abusos a menores u otras formas de explotación humana, pero el así denominado “padre del movimiento de los derechos animales” nos asegura que “un poco de auto-indulgencia” al participar como consumidores en la matanza brutal de no-humanos no es nada de lo que preocuparse. Es aceptable, -de hecho es previsible- ser “fanático” en cuanto a no abusar de niños u otras formas serias de explotación humana, pero Singer nos dice que es aceptable ser flexibles cuando se refiere a la explotación no-humana.

Un movimiento que busca la abolición debe tener el veganismo como un principio básico y no debería tener como su postura “principal” que podemos ser “omnívoros conscientes” que pueden “consumir con compasión”. Debemos ser claros. Consumo “compasivo” es un mito engañoso. Todos los productos animales, incluyendo aquéllos engañosamente rotulados con el “Certificado de Manejo y Cría Humanitaria” por varias organizaciones corporativas de bienestar animal, implican una brutalidad indescriptible.

La educación abolicionista y sobre veganismo, incluyendo los boicots, las demostraciones pacíficas, los programas educativos para escuelas, y otros actos no-violentos dedicados a informar a la sociedad sobre las dimensiones morales, medioambientales y de salud del veganismo y la abolición proporcionan estrategias prácticas y paulatinas tanto en términos de reducir el sufrimiento animal ahora, como en términos de construir un movimiento en el futuro que sea capaz de obtener legislaciones más significativas en forma de prohibiciones en vez de meras regulaciones “humanitarias”. Si, a finales de 1980- cuando la comunidad de defensa animal en los Estados Unidos decidió muy deliberadamente seguir una agenda bienestarista -una porción sustancial de los recursos del movimiento hubieran sido invertidos en eduación y promoción del veganismo, habría seguramente varios cientos de miles de veganos más que hoy día. Esa es una estimación muy conservadora dados los cientos de millones de dólares que han sido gastados por los grupos de defensa animal para promover legislaciones e iniciativas bienestaristas. El aumento del número de veganos reduciría más el sufrimiento al disminuir la demanda de productos animales que todos los “éxitos” bienestaristas juntos y multiplicados por diez. Aumentar el número de veganos también ayudaría a construir una base política y económica necesaria para el cambio social más importante como predicado necesario para el cambio legal. Dado que hay un tiempo limitado y los recursos económicos disponibles son limitados, la expansión del bienestar animal no es una elección racional y eficiente si buscamos la abolición a largo plazo o incluso si solo buscamos reducir el sufrimiento animal a corto plazo.

Singer afirma que la realidad es que “hacerse vegano es todavía un paso demasiado grande para la mayoría” (The Way We Eat, 279). Dejando a un lado el hecho de que más gente podría estar inclinada a hacerse vegana si Singer y el movimiento corporativo de bienestar no les estuviesen diciendo que pueden consumir productos animales “con compasión”, la solución es el veganismo progresivo, no los productos animales “humanitarios”. Por ejemplo, una campaña para conseguir que la gente consuma una comida vegana al día, y luego dos y luego tres, es mucho mejor que animarles a consumir carne, huevos o lácteos “ecológicos” en todas sus tres comidas. Pero el mensaje debería ser claro: veganismo, y no “consumo compasivo”, es el principio básico de un movimiento que promueve la abolición.

A estas alturas, es muy poco probable que la mayoría de las campañas reguladoras o legislativas que buscan ir más allá de las tradicionales reformas de bienestar vayan a tener éxito; no hay una base política que sostenga tales reforma,s porque el movimiento corporativo no ha tratado de construir uno. Sin embargo, si los activistas desean trabajar en tales campañas, éstas deberían como mínimo implicar prohibiciones y no regulaciones. Estas prohibiciones reconocerían que los animales tienen intereses que van más allá de aquéllos que deben ser protegidos para poder explotar a los animales y no pueden comprometerse por motivos económicos. En ningún momento los defensores de los animales deberían proponer alternativas o sustitutos supuestamente más “humanitarios”. Por ejemplo, una prohibición sobre la utilización de animales en un tipo particular de experimento es preferible a una sustitución en el experimento de una especie por otra. Pero quiero dejar claro que no favorezco el invertir ningún recurso en campañas reguladoras o legislativas en este momento. El compromiso político requerido habitualmente resulta en general en la repulsiva búsqueda de beneficios. En cambio, el movimiento abolicionista debería centrarse en el veganismo, el cual es un modo mucho más práctico y efectivo de reducir la explotación animal.

Hago hincapié en que el movimiento abolicionista debería abrazar un enfoque no-violento, tanto en el nivel de las interacciones individuales como en una cuestión de la ideología del movimiento. Como argumenté hace tiempo, el movimiento de los derechos animales debería verse a sí mismo como el próximo paso en el progreso del movimiento pacifista; como un movimiento que toma el rechazo a la injusticia en su próximo paso. El problema de la explotación animal es complicado e implica raíces que profundizan en nuestra cultura patriarcal y nuestra inquietante tolerancia de la violencia contra los vulnerables. No solo la violencia es problemática como una cuestión moral, sino que resulta poco sólida como una estrategia práctica. Nunca trataremos con éxito el problema mientras empleemos la violencia para tratar de crear un movimiento social a favor de la abolición. Como Mohandas Gandhi sostuvo, la fuerza más poderosa con la que oponerse a la injusticia no es la violencia sino la no-cooperación. No hay mejor forma de rechazarse a cooperar con la explotación de los no-humanos que eliminarla de tu propia vida a través del veganismo y trabajar para educar a otros para que hagan lo mismo. Es inquietante que PETA gaste mucho más tiempo criticando a quienes se oponen al enfoque bienestarista del que emplean hacia con quienes solo marginan aun más la cuestión animal al asociarla con la violencia.

Es también inquietante ver hasta qué punto PETA emplea el sexismo en sus campañas, literatura y eventos. El especismo está muy relacionado con el sexismo y otras formas de discriminación contra los humanos. Mientras continuemos tratando a las mujeres como carne, seguiremos tratando a los no-humanos como carne. Es un buen momento para que los activistas serios dejen claro a PETA que su sexismo es destructivo y contraproducente.


5. “¿De qué lado estás tú?” Buena pregunta.

Singer y Friedrich terminan su ensayo preguntando: “¿De qué lado estás tú?” Ellos nos dicen que todos los explotadores de animales se oponen al bienestar animal y preguntan si queremos estar del lado de los explotadores de animales que se oponen al bienestar animal o del lado de Singer y Friedrich que apoyan el bienestar animal. Esta pregunta de Singer y Friedrich es problemática al menos en lo que se refiere a dos aspectos.

Primero, asume que si los explotadores de animales se oponen al bienestar animal, debe ser porque el bienestar animal es realmente perjudicial para los explotadores de animales. Eso no tiene sentido e indica ingenuidad. Una industria puede oponerse a la regulación incluso cuando no se opone realmente a ella e incluso cuando la regulación puede beneficiarla. Un caso que implica a la enmienda federal de 1985 a la Ley de Bienestar Animal, la cual creó “comités de cuidado animal” para tutelar los experimentos con animales. Estos comités no solo han fallado en proporcionar alguna limitación significativa a los experimentos con animales, sino que han aislado con eficacia a la vivisección del escrutinio público más de lo que estaba antes de 1985. Los vivisectores se opusieron públicamente en 1985 a la enmienda, aunque muchos vivisectores me han dicho en privado que la enmienda no era, en general, dañina para la práctica de utilizar animales. Ellos se opusieron porque se oponen al principio de cualquier regulación gubernamental sobre la utilización de animales. Sería difícil encontrar a un vivisector que dijera seriamente, que la enmienda de 1985 ha hecho algo para restringir la vivisección, y muchos están encantados de que ahora pueden asegurar al público que hay un comité de que revisa todos los experimentos con animales.

Segundo, Singer y Friedrich están equivocados de hecho, en que un número de grandes explotadores de animales abiertamente y de forma pública abrazan las reformas de bienestar animal que Singer y Friedrich aplauden. McDonalds y otros lo han hecho porque entienden que han conseguido un buen trato. Ellos realizan cambios mínimos que son superados con creces por los beneficios de la gran publicidad que obtienen por parte de destacados bienestaristas. Un accionista de estas compañías estaría justificado en quejarse si ellos no aceptaran la “oferta” que PETA y otros ofrecieron ya que el resultado solo puede aumentar la riqueza del accionista.

Aunque generalmente no creo que cuestiones tales como “¿de qué lado estás?” sean de ayuda, voy a hacer una excepción en este caso y realizar la misma pregunta.

Aquí va: 
  • Singer sostiene que la utilización de animales per se no constituye una problema moral porque la mayoría de no-humanos no tienen interés en continuar viviendo; 
  • Singer mantiene que podemos consumir animales de una forma ética; 
  • Singer considera que infligir violencia sobre los no-humanos es un modo aceptable de aprender sobre la explotación animal; 
  • PETA mata (“eutanasia” es el término equivocado porque implicaría una muerte en interés del animal) a miles de perros sanos porque PETA aparentemente acepta la postura de Singer de que los animales no tienen un interés fundamental y moralmente importante en continuar viviendo. “Derechos animales” significa ejecuciones “humanitarias”. 
  • PETA promueve campañas que son apoyadas por los explotadores corporativos de animales, y concede premios a explotadores de animales nohumanos. 
  • PETA ha trivializado muchísimo el movimiento de los derechos animales al convertir la cuestión de la explotación animal en un gran golpe de autopromoción ante los medios, y ha hecho del sexismo un tema constante en sus campañas animalistas. 

Entonces, ¿de qué lado estás?


© 2006 Gary L. Francione


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