28 de diciembre de 2006

Animales como Propiedad y la Analogía con la Violación: Una Posdata




Desde que publiqué "Veganismo: El principio fundamental del movimiento abolicionista" he recibido un número de correos de parte de personas que encuentran el análisis útil para su reflexión sobre este tema. Un número de personas ha hecho preguntas que, aunque diferentes en sus aspectos particulares, focalizan generalmente en dos temas: la condición de los animales como propiedad y la analogía de la violación.

Presento lo que sigue para tratar estas dos cuestiones en general:

  • Animales como Propiedad

Primero, algunas personas me han pedido que explique en detalle el punto sobre el fracaso del bienestar animal debido a que los animales son propiedad.

Este es un tema acerca del cual escribí mucho. Un buen lugar para empezar a aprender acerca de este problema es la presentación Animales como Propiedad.


En extremadamente pocas palabras: los animales son propiedad; son mercancías con valor económico. Debido a que los animales son propiedad, son considerados exclusivamente como medios para nuestros fines. Los animales no tienen valor inherente; sólo tienen valor extrínseco o condicional, que sólo llega hasta donde nosotros se lo demos. En lo que a la ley concierne, los animales no humanos no son diferentes de cualquiera de las otras cosas que nosotros poseemos.


Hay, por supuesto, una diferencia de hecho entre la propiedad animal y otras clases de propiedad, en que a diferencia de nuestros autos, los iPods, etc., los animales no humanos son sintientes. Tienen conciencia subjetiva. Tienen intereses. Hay cosas que los no-humanos quieren, desean, o prefieren en particular, ellos tiene un interés en no sufrir, no experimentar dolor, y continuar viviendo. De este modo importante, la propiedad animal es diferente de cada otra clase de propiedad. Una vaca es un ser sintiente, el cual es subjetivamente consciente y puede sufrir; un iPod no es un ser sintiente y no tiene ninguna conciencia subjetiva. No hay nada que un iPod quiera, desee, o prefiera.


El problema es que cuesta dinero dar protección a los intereses animales. En su mayor parte, protegemos sólo aquellos intereses animales de cuya protección obtenemos una ventaja económica.


Por ejemplo, la matanza de vacas, particularmente a escala comercial, implica necesariamente dolor y sufrimiento. Exigimos que las vacas estén inconscientes mediante el aturdimiento eléctrico antes de ser matadas —a menos que las vacas se estén matando de acuerdo con el procedimientos kosher o halal—  porque aun cuando el aturdimiento cuesta dinero, el gasto se justifica. Los animales que son aturdidos se mueven menos durante el proceso de matanza y esto reduce las lesiones a los trabajadores y el daño al cadáver, permitiendo así que la carne sea vendida por más dinero.


Las vacas tienen muchos otros intereses además de aquéllos que tienen en el momento previo a que atravesemos un cuchillo en sus gargantas y muchos de esos otros intereses implican dolor y sufrimiento. Pero no protegemos esos intereses porque no estaría justificado económicamente. Proteger estos otros intereses costaría dinero, y este costo tendría que ser trasladado, por lo menos en parte considerable, al consumidor. Aunque la mayoría de la gente tiene cierta vaga sensación de que los animales deberían ser tratados “humanamente,” la realidad es que la mayoría de la gente come animales y productos animales y si se preocupara mucho sobre este tema, no consumiría animales en primer lugar. En otras palabras, la mayoría de la gente no está dispuesta a “comprar” más protección.


Por lo tanto, el nivel de bienestar animal permanece bajo y sujeto a la condición de los animales como mercancías con un valor económico. Como cuestión general, una sociedad que come a los animales no humanos —una práctica que no se puede justificar por cualquier otra cosa que no sea el placer o la conveniencia humana—, no puede esperar “comprar” mucha protección para esos animales dado que cuesta dinero hacerlo, y cualquier aumento significativo en la protección daría lugar a que los productos animales se tornaran considerablemente más costosos.


Esta noción de que los animales son mercancías, podemos verla reflejada en las leyes de bienestar animal y en las campañas bienestaristas de las organizaciones animalistas.


Las leyes de bienestar animal prohíben infligir sufrimiento “innecesario”, pero esta regla históricamente ha estado ligada a lo que la industria considera como sufrimiento 'necesario'. Y la industria generalmente protege los intereses animales hasta el punto en que el costo está justificado. ¿Por qué la ley mira hacia las reglas de la industria? Hay varias razones. Una razón es que nosotros asumimos que la gente que cría no humanos para matarlos no infligirá dolor y sufrimiento en su propiedad animal por ninguna buena razón, porque hacerlo daría lugar a una disminución del valor de su propiedad animal. Otra razón es que muchas leyes de bienestar animal son leyes penales [Ej., los estatutos anticrueldad] y nosotros debemos dar el aviso a la gente de cuál es la conducta prohibida. Las reglas de la industria proporcionan tal aviso.


Si miran a la mayoría de las campañas de bienestar animal, verán que, en su mayor parte, vinculan la protección de los intereses animales con preocupaciones económicas. Den una mirada a mi blog sobre la campaña en EEUU. respecto a los cajones de gestación para los cerdos. Este blog discute cómo las alternativas al cajón de gestación son promovidas como medidas que hacen la producción más rentable.

El vínculo entre las normas del bienestar animal y los beneficios económicos para los seres humanos está expresado explícitamente por los expertos del bienestar animal. Consideren algunos comentarios de Temple Grandin, diseñadora de mataderos y consultora de la industria de la carne, declarada por PeTA como 'visionaria' por su trabajo en el diseño de mataderos. PeTA describe a Grandin como 'la experta líder del mundo en el bienestar del ganado vacuno y de los cerdos.' Según Grandin:

«Una vez que el ganado —vacuno, cerdos y ovejas— llega a las plantas de embalaje, procedimientos de manejo adecuados son no sólo importantes para el bienestar del animal, ellos también pueden significar la diferencia entre ganancia y pérdida. La investigación demuestra claramente que muchas ventajas en la calidad de la carne pueden obtenerse con el manejo animal cuidadoso, tranquilo. . . Animales manejados apropiadamente son no sólo una meta ética importante, ellos también mantienen a la industria de la carne funcionando en forma segura, eficiente y lucrativa.” [véase la fuente] "Aturdir correctamente a un animal proporcionará una mejor calidad de carne. El aturdimiento eléctrico incorrecto causará hematomas en la carne y fracturas de hueso. Las buenas prácticas de aturdimiento también se requieren de modo que una planta esté de conformidad con la Ley de Matanza Humanitaria y para el bienestar animal. Cuando el aturdimiento se hace correctamente, el animal no siente ningún dolor y deviene instantáneamente inconsciente. Un animal que se aturde correctamente producirá un cuerpo inmóvil, lo cual es seguro para los trabajadores de la planta que trabajan sobre el mismo” [véase la fuente]

“Un diseño bondadoso en instalaciones bien diseñadas reducirá al mínimo los niveles de stress, mejorará la eficacia y mantendrá una buena calidad de carne. Un manejo rudo o equipos pobremente diseñados, es perjudicial tanto para el bienestar animal como para la calidad de la carne.”» [véase la fuente]

El hecho de que PeTA considera a Grandin como una 'visionaria' es una razón obligatoria, entre muchas otras, por la que ningún defensor que tome en serio la abolición, tomaría a PeTA seriamente.

Hemos tenido bienestar animal por cerca de 200 años y estamos utilizando más no humanos de las maneras más terribles que en cualquier otro momento de la historia humana. Esto no es una cuestión académica o teórica. El hecho evidente es que el bienestar animal no funciona. Hasta el punto de que las medidas del bienestar animal de las que resulta una reducción del dolor y del sufrimiento, en general ocurre solamente porque nos beneficia económicamente proteger algunos intereses no humanos. Y ese nivel mínimo de protección es la única cosa que tenemos para mostrar, por todo el tiempo, la energía, y el dinero que generaciones de defensores de animales han invertido desde el siglo XIX. No tiene sentido alguno continuar persiguiendo la regulación delbienestar animal si abrazan una ética abolicionista.


En su mayor parte, el bienestar animal sirve poco más que para hacernos sentir que somos “humanos” y “civilizados.” Nosotros nos sentimos mejor cuando nos sentamos a comer animales porque hay reglas que requieren el tratamiento “humanitario” de los animales. Esto tiene todo que ver con nuestra comodidad y no tiene nada que ver con el bienestar los animales no humanos que explotamos.


Si desean entender más sobre el tema de la propiedad, den un vistazo a la presentación de mi sitio web en “Animales como Propiedad“.

  • La analogía de la violación

En segundo lugar, la gente me ha pedido que profundice sobre la analogía de la violación. En el blog argumento que es “mejor” que un violador no golpee a una víctima además de violar a la víctima, pero esto no significa que la violación que no vaya además acompañada de una paliza, sea un acto moralmente aceptable, o que debemos dar al violador un premio por ser moralmente un “violador consciente”, o declarar al mismo como un “violador visionario.” Utilizo este ejemplo para ayudar a explicar porqué encuentro perturbador que al menos algunos defensores prominentes adulen y elogien a gente como John Mackey de Whole Foods, o Temple Grandin. Festejar lo que hacen estas personas no difiere de dar premios a violadores que no golpean a sus víctimas. Los abolicionistas quieren abolir el uso de los animales no humanos, así que es problemático apoyar medidas que promueven la noción de que la explotación animal es aceptable debido a que son empleados ciertos “dispositivos de seguridad”.

Ya comenté acerca de Grandin arriba. Déjenme decir algo acerca de Mackey. Singer, Rean, PeTA, y otros están todos terriblemente entusiasmados acerca de Mackey debido a que supuestamente es un vegano que está comprometido con “normas estrictas” de bienestar animal. Dejen de lado si estas supuestas “normas estrictas” harán alguna diferencia real para los animales esclavizados o si sólo son una medida sin importancia.

Hay una seria cuestión acerca de qué es peor: un vegano que dice creer que es moralmente malo consumir carne, leche, y huevos pero que vende estos productos con el fin de hacer dinero; o el comedor de carne, bebedor de leche de una cadena ordinaria de supermercados que no piensa acerca del tema. Al menos el último no es un hipócrita. Pero dar al primero cualquier premio, o —como Tom Regan hizo— tenerlo como el ponente principal en una conferencia acerca de “personas ejemplares que se atreven ejemplarmente a desafiar el status quo y a levantar la causa de los oprimidos” es, en mi opinión, nada menos que obsceno.


El propósito de la analogía de la violación es ayudar a delinear una distinción entre dos ideas diferentes:
1. La idea de que si vamos a infligir daño, siempre es mejor infligir menos que más; y 
2. La idea de que infligiendo menos daño, hacemos algo que es moralmente loable que debe ser promovido como una acción moralmente positiva.
Estas son ideas muy diferentes y es por lo que la analogía fue elegida para demostrarlo.

Podemos fácilmente pensar en variantes sobre este tema. Si X es un pederasta, es mejor que moleste a cinco chicos en vez de que moleste a diez chicos. Pero esto no significa que el pederasta que sólo molesta a cinco chicos es moralmente un “pederasta consciente” o un “pederasta visionario”. Es mejorno torturar a tu víctima antes de matarla, pero no torturarla no te hace moralmente un “asesino consciente” o un “asesino visionario.” La lista está limitada sólo por la escala de actos violentos e inmorales que hay.

El error de Singer, Regan, PeTA, y otros, es que ellos confunden la idea de que es mejor infligir menos daño que más, con la muy diferente postura de que infligir menos daño convierte moralmente a la persona que inflige ese daño en un “provocador consciente de daño”.


Es crucial que no confundamos estas dos muy diferentes ideas. Si un grupo de derechos de las mujeres diera un premio al violador que no golpea a sus víctimas, o una organización de derechos de los niños diera un premio a un pedófilo que molesta a cinco chicos en vez de diez, o una organización de derechos de las víctimas diera un premio a un asesino en serie porque no tortura, también, a sus víctimas, estaríamos muy acertadamente horrorizados y no consideraríamos ni por un segundo apoyar a esas organizaciones.


Si realmente pensamos que la explotación de los no-humanos es pertinentemente similar a la explotación de los humanos, entonces no deberíamos considerar como una cuestión más aceptable el dar un premio a alguien que explota a no-humanos “humanitariamente” que el darle un premio a un violador, pedófilo o asesino “humanitario”. Tratar estas situaciones como diferentes podría ser flagrantemente especista.


Si el movimiento animalista puede tener cualquier esperanza real de cambiar el modo en que los humanos pensamos acerca de la explotación animal, necesitamos ser muy claros: Aunque infligir menos daño es siempre algo mejor de hacer que infligir más daño, no tenemos justificación moral para infligir ningún daño y no tenemos que dedicarnos a dar premios, elogiando o promocionando a aquéllos cuyo negocio es vender partes de animales producidas “humanitariamente”, o asegurar que la propiedad animal sea explotada eficientemente, de manera que —en palabras de la visionaria de PeTA Temple Grandin—, mantengamos “la industria de la carne funcionando en forma segura, eficiente y lucrativa.”



27 de diciembre de 2006

Veganismo: el principio fundamental del movimiento abolicionista



Muchos defensores del "bienestar animal" alegan que la posición de los derechos —que busca la abolición del uso de los animales no humanos— no es práctica porque rechaza el cambio gradual y no ofrece ninguna guía para lo que deberíamos hacer ahora —hoy— para ayudar a los no-humanos. Estas críticas a la posición abolicionista argumentan que no tenemos otra opción que no sea la de perseguir más regulaciones de bienestar animal, intentando así hacer la explotación animal más “humanitaria” —si queremos hacer algo “práctico” para ayudar a los animales.

La creencia de que las regulaciones de bienestar animal ofrecen protección significativa para los intereses de los animales no podría estar más errada.

Tal como argumenté en mis escritos, dado que los animales son propiedad, ellos son sólo mercancías con valor extrínseco o condicional. Sus intereses no tienen valor intrínseco. Como resultado, las normas que requieren su trato “humanitario”, son interpretadas con un sentido económico, y limitan la protección a aquello que proporciona beneficio económico a los humanos. Las supuestas mejoras en el bienestar animal hacen muy poco —si es que hacen algo— para aumentar la protección de los intereses de los animales humanos; y la mayoría de las veces, no hacen más que tornar la explotación animal económicamente más eficiente y socialmente más aceptable.


Más aún, no hay evidencia histórica de que la regulación de bienestar animal conduzca a la abolición.

Los bienestaristas también están errados en afirmar que la posición de los derechos no ofrece pasos prácticos progresivos que podamos tomar en el camino hacia la abolición. Hay una guía muy clara para el cambio progresivo: el veganismo.

El veganismo no es una mera cuestión de dieta; es un compromiso moral y político hacia la abolición en el ámbito individual y alcanza no sólo lo referente a comida, sino también la ropa, otros productos, y otras acciones y elecciones personales. Hacernos veganos es lo único que podemos hacer hoy —ahora mismo— para ayudar a los animales no humanos. No requiere una campaña onerosa, la necesidad de una gran organización, legislación, o cualquier otra cosa que no sea nuestro reconocimiento de que si derechos animales significa algo, es que no podemos justificar el consumo de carne —incluyendo a los peces— lácteos, huevos o cualquier otro producto derivado de no-humanos.

Representa un repudio a la csoficación de los no-humanos y el reconocimiento de su valor intrínseco. El veganismo también es un compromiso con la noviolencia. El movimiento por los Derechos Animales debería ser un movimiento de paz, y debería rechazar la violencia contra todos los animales no humanos y los humanos.

Muchos “defensores de los animales” se declaran a favor de los Derechos Animales pero continúan comiendo productos animales. En realidad muchos líderes del movimiento animalista no son veganos. Esto no difiere de alguien que dice estar a favor de la abolición de la esclavitud pero continúa poseyendo esclavos.

No hay ninguna diferencia significativa entre comer peces y comer lácteos u otros productos animales. Los animales explotados en la industria láctea viven más tiempo que los utilizados para carne, pero son tratados peor durante sus vidas, y terminan en el mismo matadero, después de lo cual consumimos su carne, de todas maneras. Hay probablemente más sufrimiento detrás de un vaso de leche o de un cucurucho de helado, que de un filete. Y cualquiera que piense que un huevo —incluso el llamado “campero”— no es un producto que tenga detrás un sufrimiento tan horrible como tiene la carne, no conoce mucho acerca de la industria de los huevos.

Si alguien deja de comer carne pero, como resultado, come más lácteos o huevos —como muchos vegetarianos hacen— esto puede en realidad incrementar el sufrimiento. En cualquier caso, sostener que hay distinción moral entre comer carne y comer lácteos, huevos, o consumir otros productos animales, es tan sinsentido como sostener que hay una diferencia moral entre comer vacas grandes y comer vacas pequeñas.

En vez de abrazar al veganismo como una clara base moral de referencia, el movimiento animalista adoptó, en su lugar, la noción de que podemos actuar éticamente si continuamos consumiendo productos animales.

Consideren los siguientes ejemplos, de los cuales hay muchos:
  • Peter Singer afirma que podemos ser “omnívoros conscientes” y explotar éticamente a los animales si, por ejemplo, elegimos comer animales “libres de jaulas”, quienes han sido criados y matados de una manera relativamente “humanitaria”. [The Way We Eat: Why Our Food Choices Matter, p. 81-169] Singer elogia a los proveedores de animales explotados “humanitariamente”, tales como Whole Food Markets, Inc. y a su Director General [CEO], John Mackey, como “éticamente responsable” [177-83] y describe el veganismo estricto como “fanático” [281].
  • Tom Regan tiene en el programa a Mackey, como expositor principal, en una conferencia del 2005 titulada "The Power of One",la cual focaliza en la capacidad de los individuos para hacer cambios importantes para los no humanos. Regan festeja a Mackey y Whole Foods como “una fuerza propulsora de pautas más altas de bienestar animal.”
  • PeTA dió un premio a Whole Foods en el 2004, afirmando que la compañía “ha hecho consistentemente más por el bienestar animal que cualquier comerciante en la industria, requiriendo que sus productores adhieran a normas estrictas.” PeTA también dio un premio en el 2004 a la diseñadora de mataderos Temple Grandin, declarándola –lo que es bastante notable, en mi opinión- como una “visionaria.”
  • La Humane Farm Animal Care, con sus socios de la Humane Society de los EE.UU., la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales, Animal People, la WSPA y otras, promueven el Certified Humane Raised & Handled Label, [Certificado de Cría y Manejo Humanitario] que describe como un “programa de certificación y etiquetado” para asegurar a los consumidores que un “huevo, un lácteo, un producto de carne roja o avícola ha sido producido teniendo en cuenta el bienestar de los animales de granja” si tiene esta etiqueta.
Por supuesto que siempre es mejor, en términos generales, hacer menos daño que hacer más, una vez que decidimos infligir daño. Si vamos a comer un animal que ha sido torturado, supongo que es “mejor” comer uno que ha sido menos torturado. Pero dejando de lado el interrogante de si los no humanos criados “humanitariamente” son realmente menos torturados que otros, hay una gran diferencia entre la posición de que menos sufrimiento es mejor que más sufrimiento y la posición de que causar menos sufrimiento hace a una acción moralmente aceptable. La idea de que el movimiento animalista explícitamente promueva la última postura —que hacer menos daño es una solución moralmente aceptable al problema de la explotación animal— es profundamente perturbadora.

Si X va a violar a Y, es “mejor” que él no golpee también a Y. Sería, sin embargo, moralmente repugnante afirmar que podemos ser “violadores conscientes”, si nos aseguramos de no golpear a las víctimas violadas. Del mismo modo, es perturbador que los defensores de los animales estén promoviendo la idea de que podemos ser moralmente “omnívoros conscientes”, si comemos los productos animales supuestamente producidos “humanitariamente” y vendidos por los proveedores “éticamente responsables” de sufrimiento y muerte. Esto no solo es una posición que entra en conflicto con la noción de que los no humanos tienen significación moral, sino que alienta fuertemente a la gente a ver la continuación del consumo de productos animales como una alternativa moralmente aceptable a la adopción del estilo de vida vegano.

Más aún, muchas de las organizaciones animalistas describen al veganismo como un estilo de vida dificultoso que requiere considerable auto-sacrifico y que es sólo para los defensores de la “línea dura”.

Yo me hice vegano 24 años atrás. No era particularmente difícil en aquella época, pero es del todo absurdo caracterizarlo como difícil hoy. Es fácil ser un vegano. Seguro que estarán más limitados en las opciones de los restaurantes, sobre todo si no viven en o cerca de una gran ciudad, pero si este inconveniente es significativo para ustedes y les impide ser veganos, entonces probablemente no se toman en serio el tema de todas maneras.

El movimiento animalista nunca tendrá ni siquiera una esperanza de cambiar el paradigma de la jerarquía especista, en la medida en que no tenga claro, como principio guía, que es moralmente incorrecto consumir carne de cualquier tipo, huevos, o cualquier otro producto hecho con animales.

Si, en los tardíos 80’ —cuando la comunidad “defensora de los animales” en EE.UU. decidió muy deliberadamente seguir la agenda bienestarista— una porción sustancial de los recursos del movimiento hubieron sido invertida en la educación vegana y abolicionista, habría probablemente cientos de miles más veganos que los que hay en el presente. Esta es una estimación muy conservadora dado los cientos de millones de dólares que han sido gastados por los grupos animalistas para promover legislación e iniciativas bienestaristas. Sostengo que obtener un número creciente de veganos reduciría más el sufrimiento, al reducir la demanda de los productos animales, que todos los “éxitos” bienestaristas juntos y multiplicados por diez. Incrementar el número de veganos ayudaría también a construir una base política y económica, requerida para el cambio social que constituye el predicado necesario para el cambio legal significativo.

Dado el tiempo limitado y los recursos financieros limitados, no es claro cómo alguien que busca la abolición como objetivo a largo plazo —o que al menos acepta que la condición de propiedad de los animales es el impedimento más serio para cualquier cambio significativo y debe, por lo menos, ser radicalmente modificado— podría creer que la expansión del tradicional bienestar animal es una opción racional y eficiente –dejando de lado cualquier consideración acerca de las inconsistencias en la teoría moral.

Imaginen que mañana, tienen dos horas para usar en la defensa de los Derechos Animales. No pueden hacerlo todo; deben elegir. No tengo dudas de que 2 horas de su tiempo gastado en distribuir material educativo sobre veganismo es, en varios sentidos, un uso mucho mejor de su tiempo que 2 horas haciendo campaña por jaulas en batería más grandes o por formas más “humanitarias” de esclavitud animal.

En suma, así como alguien que dice que la esclavitud humana está mal pero continúa poseyendo esclavos no es realmente un abolicionista con respecto a la esclavitud humana, alguien que dice que la esclavitud no humana está mal pero que no abraza el veganismo como modo de vida no es realmente un abolicionista con respecto a la esclavitud animal. Aquellos de nosotros que aceptamos el enfoque abolicionista vamos a ser claros e inequívocos, y promoveremos el veganismo en nuestras palabras y acciones.



20 de diciembre de 2006

Proyecto Gran Simio: no tan grande




Si se han involucrado en el movimiento por los Derechos Animales –en realidad, incluso si sólo hubieran contribuido con una única organización en todas sus vidas–, probablemente reciben una infinidad de pedidos de donaciones. La semana pasada, mientras estaba seleccionando entre todas las muchas oportunidades que se me ofrecía para “ayudar a los animales” mediante la firma de un cheque, reparé en una de la New England Anti-Vivisection Society [NEAVS], que pedía dinero para apoyar el Project R&R: Release and Restitution for Chimpanzees in U.S. Laboratories [Proyecto para liberar y Rehabilitar chimpancés de los Laboratorios de EE.UU.]

NEAVS nos dice que los chimpancés “comparten el 96% de nuestros genes. Viven en familias, protegen a sus crías, hacen amistades y expresan alegría, tristeza y enojo. Muestran inteligencia, humor y compasión. “El tema de la campaña es que, como los chimpancés tienen una capacidad cognitiva y un perfil genético semejantes a los nuestros, ellos son “individuos de verdad, con personalidades únicas y necesidades iguales a las tuyas y a las mías.” NEAVS busca donaciones para lanzar una campaña informativa y legislativa con el fin de unir aquellos países que han “prohibido o limitado severamente la investigación con chimpancés y otros grandes simios.”

La campaña de la NEAVS y otros esfuerzos similares —hay varios, incluído el Great Ape Standing and Personhood [GRASP] promovido por la organización Friends of Animals— no son nuevos u originales. En 1993, un número de estudiosos colaboraron para un libro de ensayos titulado "The Great Ape Project" [El Proyecto Gran Simio] [GAP]. El libro estaba acompañado de un documento, “La Declaración de los Grandes Simios”, a la cual los colaboradores subscribían. La declaración dice que los grandes simios “son los parientes más próximos de nuestra especie” y que estos no humanos “tienen capacidades mentales y una vida emocional suficientes para justificar su inclusión en la comunidad de los iguales”.

Desde 1993, se hicieron esfuerzos, en varios países, para limitar o detener la investigación que usa a los grandes simios. La idea detrás de estos esfuerzos es que, como los grandes simios no humanos tienen características consideradas como únicamente halladas en los humanos, tales como la conciencia de sí mismo, o el pensamiento abstracto, las emociones y la habilidad de comunicarse con lenguaje simbólico, ellos están calificados para tener ciertos derechos fundamentales.

Ciertamente concuerdo con la idea de que es erróneo usar grandes simios no humanos en investigación o en circos, o confinarlos en zoológicos, o usarlos para cualquier otro propósito. Pero rechazo la posición que llamo de mentes semejantes, que liga la condición moral de los no humanos al hecho de que ellos tienen características cognitivas parecidas a las de los humanos. La explotación de los grandes simios no humanos es inmoral por la misma razón que es inmoral explotar a centenas de millones de ratones y ratas a los que rutinariamente se explota en los laboratorios, o a los billones de no humanos que matamos y comemos: los grandes simios no humanos y todos estos otros no humanos son, de la misma manera que nosotros, sintientes. Son conscientes; tienen conciencia subjetiva, tienen intereses, tienen capacidad de sufrir. Ninguna otra característica, más allá de la sintiencia, es exigida para ser una persona.

Fui un colaborador de GAP y un signatario original de la Declaración de los Grandes Simios. Sin embargo, en mi ensayo de 1993 en el libro de GAP, y de manera más extensa en escritos subsiguientes, expresé mi punto de vista de que sólo la sintiencia es necesaria para la personalidad. Pero ahora veo que todo el GAP fue mal concebido y lamento mi participación.

Esfuerzos como GAP, Proyecto R&R, y similares esfuerzos, son problemáticos porque ellos sugieren que una determinada especie de no humanos es «especial», basándose en la semejanza de esa especie con los humanos. Eso no desafía la jerarquía especista, sino que la refuerza, en al menos dos formas.

Primero; esto sugiere, en términos empíricos, que sólo los no humanos que tienen cognición similar a la de la humanidad, tienen ciertas otras características cuando, de hecho, estas son compartidas por otras especies. Por ejemplo, quien está pidiendo fondos para el Proyecto R&R, nos dice que los chimpancés tienen reacciones emocionales similares a los humanos y que hacen acuerdos sociales complejos que no pueden desarrollar estando en un laboratorio. Tengo la certeza de que esto es verdad, pero también tengo la certeza de que las ratas son inteligentes, tienen emociones, y tienen relaciones sociales complejas que se frustran totalmente cuando están confinados en las jaulas de plástico de un laboratorio que tienen el tamaño de una caja de zapatos.

El proyecto R&R sugiere que los chimpancés sufren más que lo que lo hacen otros animales de laboratorio. Tal vez sí, tal vez no. No lo sé yo, ni lo sabe NEAVS, ni lo sabe nadie. Aunque los chimpancés son más parecidos a los humanos, quizás, como los humanos, tienen ciertos mecanismos psicológicos que les permiten desligarse del estrés que están enfrentando, lo que las ratas, ratones, y otros sintientes no humanos no tienen. En cualquier caso, es muy peligros hacer el juego de «X sufre más que Y». Esto es precisamente el malentendido que nos ha llevado a pensar que el uso de chimpancés en investigación está justificado —nosotros supuestamente sufrimos más que ellos porque tenemos aún más de las características mentales «especiales», así que es aceptable usarlos a ellos para que nosotros podamos sufrir menos.

Segundo; GAP, Proyecto R&R, y esfuerzos similares sugieren que las características cognitivas más allá de la sintiencia tienen algún valor moral. Esta noción es muy problemática. Vamos a suponer que los chimpancés piensan racionalmente de la misma manera que lo hacen los humanos. ¿Y con eso qué? ¿Porqué la racionalidad humana es mejor que ser capaz de volar con tus propias alas —algo que ni los humanos ni los grandes simios no humanos pueden hacer? La respuesta, por supuesto, es que somos nosotros, los humanos, los que lo decimos. Pero esto no es un argumento. Esto es el clásico ejemplo de dar por cierta una afirmación sin fundamentarla.

Vemos esto claramente en situaciones que involucran a los humanos. Supongamos que tenemos un humano con problemas mentales muy graves y sin las capacidades cognitivas de un chimpancé normal. ¿Y qué? ¿Eso significa que el humano deficiente tiene menos importancia, en sentido moral, que el chimpancés, cuando se trata del derecho fundamental de no ser tratado como una cosa? Claro que no —a menos que acepten la posición de Peter Singer de que los humanos deficientes, la cual rechazamos tanto yo como la mayoría del mundo. Para el propósito de determinar si usamos al chimpancé o al humano deficiente en un experimento biomédico doloroso, o en algún otro contexto en que ellos sean usados exclusivamente como recursos, el chimpancé y el humano deficiente son iguales —ambos son individuos con interés en no ser usados como un recurso.

Hay diferencias entre chimpancés y ratas, como las hay entre los humanos. Tales diferencias pueden ser relevantes para algunos propósitos, pero son irrelevantes para el propósito de decidir si tratamos o no a un ser sintiente exclusivamente como recurso de otros humanos supuestamente «superiores».

Aquellos que se consideran abolicionistas, y no bienestaristas, deben ser bien claros: debemos detener la explotación de todos los no-humanos sintientes. Podemos querer empezar con los grandes simios pero deberíamos dejar muy en claro que eso no tiene nada que ver con el hecho de que ellos son «como nosotros», excepto en el sentido de que, como nosotros, ellos son sintientes y nosotros no tenemos ningún justificativo moral para tratar a cualquier no humano sintiente exclusivamente como recurso de los humanos. El riesgo de GAP, del Proyecto R&R y de otras campañas semejantes, todas basadas en la noción de que la condición moral y legal de los grandes simios no humanos depende del hecho de que ellos son «como nosotros», en el plano cognitivo, es que vamos a afianzar más el paradigma especista y asegurar que el 99,9999% de los no humanos que son rutinariamente explotados, permanezcan del lado de las cosas dentro de la división persona/cosa.

No necesitamos financiar programas educacionales referidos a semejanzas entre los grandes simios humanos y los no humanos. Esas semejanzas son y han sido muy claras por años, y sin embargo continuamos explotando a los grandes simios en laboratorios, zoológicos, y circos. Estas similitudes obvias ni siquiera convencieron a Jane Goodall para que exija la abolición del uso de los grandes simios no humanos para la vivisección. Lo que necesitamos es cambiar el paradigma por completo y no meramente reforzar el mismo pensamiento jerárquico que nos dejó en la situación en que estamos hoy.

Algunos animalistas argumentan que una campaña que asocia el valor moral a las características humanas es aceptable, porque el reconocimiento de que los grandes simios son personas podría llevar al reconocimiento de que otros no humanos también lo son. Pero concentrarse en las características cognitivas de algunos no humanos que han sido declarado como «especiales» es como tener una campaña por los Derechos Humanos concentrada en dar derechos, primero, a los humanos más inteligentes, con la esperanza de, más tarde, extender los derechos a los humanos menos inteligentes; o como tratar a las personas que tienen sólo un progenitor negro, como si fueran mejores porque son más parecidos a los blancos. Ciertamente rechazamos ese elitismo, en lo que concierne a los humanos. De la misma forma, deberíamos rechazarlo en lo que concierne a los no-humanos.


6 de diciembre de 2006

¿Un “triunfo” del bienestar animal?






Admito que soy un severo e implacable crítico del bienestar animal. Durante los últimos 15 años, más o menos, argumenté que, debido al hecho de que los animales son propiedad, las normas de bienestar animal generalmente van a proteger los intereses de los animales sólo hasta donde la protección facilite económicamente una explotación eficiente. Las campañas de bienestar animal, en su mayoría, implican a defensores de los animales tratando de persuadir a los explotadores institucionalizados de que un trato“mejor” de los animales se traducirá en mayores ganancias, y esto refuerza la condición de los animales como mercaderías con un valor meramente extrínseco o condicional. Más aún, el bienestar animal es contraproducente porque hace que el público crea, erróneamente, que la explotación es hecha de una manera más “humanitaria”, lo que alienta la continuación del uso de los animales de las más variadas maneras.

Frecuentemente soy criticado por los defensores del bienestar animal, pues me consideran demasiado negativo en mi valoración de la reforma del bienestar animal. Este ensayo es el primero de una serie de ensayos coyunturales que examinarán campañas bienestaristas específicas, para analizar si mi análisis es justo.

En el año 2002, defensores de los animales conducidos por The Humane Society of the United States (HSUS), Farm Sanctuary, y otras organizaciones, consiguieron cerca de 700.000 firmas para poner en la boleta electoral de Florida, una propuesta de enmienda de la constitución estatal para prohibir lo que se conoce como “jaulas de gestación” de cerdas. Los votantes aprobaron la propuesta y la Constitución de Florida convirtió en una contravención el confinamiento de una cerda grávida en “un cercado”, o atarla “de una manera que le impida girar su cuerpo libremente.” Peter Singer afirma que la enmienda es un “triunfo” (New York Review of Books, 15 de mayo de 2006, p. 26) y que está “cerca del tope” de la lista de las más importantes victorias de bienestar animal de los últimos 30 años.

Por al menos 6 razones, la caracterización de la enmienda de Florida como un “triunfo” demuestra que, en lo que concierne a las mejoras de bienestar animal, la franja de progreso es ridículamente baja.

Primero; la campaña contra las jaulas de gestación, que comenzaron en Florida pero ahora están haciéndose en otros estados, y que recientemente predominaron en Arizona, está basada explícitamente en hacer la explotación animal más eficiente. Los defensores de los animales promovieron la enmienda como un medio de mantener el manejo intensivo de porcinos afuera de Florida, protegiendo de esta manera el valor de las propiedades y el turismo.

Por ejemplo, la HSUS y Farm Sanctuary procuran prohibir la celda de gestación en favor de alternativas como los alojamientos en grupo que emplean un sistema electrónico de alimentación de cerdas (“ESF”), que reduce la agresividad a la hora de comer. El Reporte de la HSUS acerca de las celdas de gestación, alega que estudios europeos indican que “la productividad de la cerda es mayor en los alojamientos en grupo en relación a las celdas individuales, como resultado de la reducción de los índices de heridas y enfermedades, adelantamiento del primer estro, retorno más rápido al ciclo después del parto, menor incidencia de recién nacidos muertos y disminución del tiempo de cría. Los sistemas de alojamiento en grupo que emplean ESF son particularmente económicos”. Además de eso, la sustitución de las celdas en gestación por alojamientos en grupo con ESF reduce levemente los costos de producción y aumenta la productividad”. La HSUS cita un estudio que demuestra que “el costo total por cada lechón vendido es 0,6% menor en los sistemas de grupo con ESF, mientras que la ganancia para el criador es el 8% mayor debido al aumento de la productividad”, y otro demostrando que “en comparación con las celdas de gestación, los alojamientos en grupo con ESF disminuirían el tiempo de trabajo en un 3% y aumentarían un poco la ganancia por cerda por año”. La HSUS afirma que “lo que se economiza en la granja de cerdas puede ser invertido en la granja de engorde, donde el costo por peso disminuye 0,3%. Eso va a resultar en una disminución en el precio minorista del cerdo y en un pequeño aumento en la demanda. La HSUS concluye que “es probable que los productores que adopten el alojamiento en grupo con ESF van a poder aumentar la demanda de sus productos o cobrar un precio que va a rendirles un lucro extra”. La HSUS afirma que, a pesar de que los sistemas alternativos de producción son más eficientes, los productores de credos en los EE.UU. sólo están adoptando lentamente estos sistemas más deseables desde el punto de vista económico por causa de la “inercia y de su falta de familiaridad con el ESF”.

Este enfoque, al asociar explícitamente un “mejor” tratamiento con una explotación más lucrativa, refuerza la condición de los animales como mercaderías. Los defensores de los animales están, en efecto, actuando como consejeros de los explotadores de animales y ayudando a educarlos acerca de cómo obtener más ganancias con la explotación de los no humanos en cuanto hacen, en el mejor de los casos, cambios marginales que pueden ser erróneamente caracterizados por el público –tanto por los defensores de los animales como de los explotadores de animales-, como una victoria para los animales.

Segundo; hay sólo dos granjas de cerdos en el estado de Florida que fueron afectadas por la enmienda, y casi no hubo oposición a la misma porque no había un uso significativo de la jaula en ese estado. Ambos criadores enviaron a sus animales al matadero y cerraron sus operaciones, y fueron autorizados a recibir una subvención de hasta $275.000 (dólares). Por otro lado, los defensores de los animales gastaron aproximadamente $1.6 millones en la campaña.

Tercero; la enmienda define “cercado” como “cualquier jaula, celda u otro cercado en el que una cerda es mantenida por la totalidad o la mayor parte de cualquier día,” y esto presumiblemente significa que el uso de la jaula de gestación por menos de la “mayor parte” de un día no estaría prohibida. Esto es significativo, porque algunos productores están adoptando un sistema modificado en el que las cerdas preñadas estarán confinadas la mayor parte del día.

Cuarto; la enmienda explícitamente permite el uso de la jaula de gestación para los “períodos pre-parto”, lo cual se define como “el período de siete días anteriores a la fecha prevista para que la cerda tenga cría”, y permite el uso de las jaulas para “propósitos veterinarios”, por un período “no mayor del razonablemente necesario.” Esta regla tan indefinida para el confinamiento es, al igual que la prohibición concerniente al “sufrimiento innecesario”, en las leyes anticrueldad, una invitación a ignorar los intereses relevantes de los animales, en el caso de que esto sea percibido como un beneficio para los humanos.

Cinco; aunque los defensores sugieren que la enmienda haría que probablemente las cerdas afectadas por la misma pasarían a vivir en alojamientos en grupos, la enmienda prevé sólo que la cerda debe ser capaz de girar sobre sí misma “sin tener que tocar algún lado del cercado”, y no que la cerda debe permanecer en un alojamiento en grupo.

Sexto; la enmienda sirvió de ejemplo para una exitosa campaña para restringir tales iniciativas en el futuro. El 7 de noviembre de 2006, los electores de Florida votaron la exigencia de que la constitución de su estado sólo pueda ser enmendada por supermayoría.

Así que repasemos este “triunfo” del bienestar animal:
  • Implicó el gasto de más de $1.5 millones de dólares destinados a los animales;
  • Afectó a dos productores relativamente pequeños;
  • Se basó explícitamente en la noción de que las alternativas a la jaula de gestación eran económicamente mejores para los productores;
  • Requirió que a las cerdas solo se les diera espacio suficiente para que sean capaces de moverse sobre sí mismas sin tocar los lados del cercado, y esto es exigido sólo para la “mayor parte” del día, y no es requerido en absoluto para todo el período que conduce hacia el parto o cuando es necesario por “propósitos veterinarios".
Si esto es un “triunfo” entonces tiemblo al imaginar lo que sería una derrota.

29 de noviembre de 2006

Peter Singer apoya la vivisección: ¿por qué están sorprendidos?






El 26 de noviembre de 2006, The Sunday Times (UK), reporta que en un documental de la BBC, Peter Singer, descrito por The Times como “el padre del moderno movimiento de los derechos animales” se encuentra con Tipu Aziz, un viviseccionista de Oxford que usa primates en su investigación de la enfermedad de Parkinson. Aziz le dice a Singer que él induce esta enfermedad en primates y afirma que su uso de 100 monos ha ayudado a 40.000 humanos. Singer le responde:

«Bueno, pienso que si el caso es como usted lo presenta, es claro que yo tendría que concordar con que fue un experimento justificable. No pienso que debería reprocharse a sí mismo por hacerlo, dado que –entiendo que usted es el experto en esto, no yo-, no hubo otra manera de lograr este conocimiento. Podría verlo como una investigación justificable.»

Hasta ahora he recibido 64 mensajes de animalistas de los EE.UU., de Gran Bretaña y de otros lugares expresando asombro e incredulidad con relación a la posición de Singer. Casi todo el mundo comienza su mensaje con alguna expresión de sorpresa del tipo “¿Puede usted creer lo que Singer ha dicho?

Mi respuesta es simple: ¿Por qué están sorprendidos?

Si ustedes leyeron lo que Peter Singer ha venido escribiendo durante 30 años, está absolutamente claro que él considera moralmente permisible el uso de no humanos –y humanos- en la vivisección. De hecho, Singer rechaza explícitamente los derechos animales y la abolición de la explotación animal; él no cree que comer animales o productos de origen animal sea, en sí, moralmente erróneo; afirma que podemos ser “omnívoros conscientes;” y alega que podemos tener relaciones sexuales “mutuamente satisfactorias” con otros animales, y que es moralmente permisible matar a niños con incapacidades.

En resumen, en vez de preguntar: “¿Puede usted creer lo que ha dicho Singer?”, es más apropiado preguntar: ¿Alguien puede, por favor, explicar cómo fue Singer se convirtió en el “padre del moderno movimiento por los derechos animales”?

Singer es un utilitarista. Afirma que lo que es cierto o errado en cualquier situación depende solamente de las consecuencias. Si matar a 1000 macacos puede salvar a 40.000 humanos, entonces la acción estaría moralmente justificada. Singer rechaza explícitamente la noción de derechos animales, la cual nos impediría tratar a aquéllos 100 macacos exclusivamente como medios para nuestros fines. Pero Singer también piensa que sería apropiado usar humanos con graves dolencias mentales en esa situación, porque sería especista preferir a los no humanos en lugar de humanos situados en una situación semejante. Por tanto, desde este punto de vista, Singer promueve un enfoque que está completamente en desacuerdo no sólo con la posición de los derechos animales, sino también con los principios, comúnmente respetados, de los derechos humanos, y que, verdaderamente, es consistente con la visión de los doctores nazis que usaban a humanos “defectuosos” en experimentos.

Singer afirma que, en la mayoría de los casos, los animales no tienen un interés en continuar viviendo. Por lo tanto, nuestro uso, en sí, de otros animales, no se relaciona con una cuestión moral; lo que importa es nuestro trato de esos animales. Singer dice esto explícitamente en varios lugares, inclusive en su libro «Liberación Animal». Singer defiende la idea de que los animales, en su mayoría, no tienen conciencia de sí mismos y no tienen una “existencia mental continuada” ni deseos para el futuro [página 278]. Un animal puede tener interés en no sufrir, pero, como “no es capaz de comprender el hecho de que tiene ‘una vida’, en el sentido que requiere un entendimiento de que esto sea existir durante un período de tiempo”, un animal no tiene ningún interés en continuar viviendo ni en ser usado como recurso o propiedad de los humanos [página 279]. A los animales no les importa si los criamos y los matamos para comerlos, si los usamos en experimentos, o si los explotamos como nuestros recursos de cualquier otra manera, siempre y cuando tengan una vida razonablemente agradable. Según Singer, como los animales no tienen ningún interés en sus vidas per se, “no es fácil explicar porqué la pérdida para un animal que está muerto no puede, desde un punto de vista imparcial, compensarse por medio de la cría de un nuevo animal que llevará una vida igualmente agradable” [página 278]. Aunque Singer critica la cría intensiva de animales, afirma que puede ser moralmente justificable comer animales “que tengan una existencia agradable en un grupo social adecuado a sus necesidades de comportamiento, y después que sean matados de modo rápido e indoloro” [página 279]. Afirma que él “puede respetar a las personas conscientes que toman el cuidado de comer sólo carnes provenientes de esos animales” [página 280].

En el libro más reciente de Singer, «The Way We Eat: Why Our Food Choices Matter», en co-autoría con Jim Mason, Singer argumenta que podemos ser “omnívoros conscientes” y explotar éticamente a los animales si, por ejemplo, elegimos comer solo animales que han sido criados y matados “humanitariamente”.

El mensaje de Singer es claro: puede ser preferible ser vegano o vegetariano, en razón de los abusos de la cría intensiva industrializada. Pero él no tiene ninguna objeción en matar y comer animales para comida y nunca la tuvo.

Si tienen alguna duda acerca de esto, lean la entrevista a Singer en la edición de octubre de la revista neobienestarista Satya. En sus propias palabras:

«Creo que las personas están engañadas si piensan que yo diluí aquel argumento ético subyacente. Ahora, otra gente supone, incidentalmente, que en Liberación Animal yo dije que matar animales está siempre mal, y que ése fue de alguna manera el argumento para ser vegetariano o vegano. Pero si vuelven y lo releen, no van a encontrar ese argumento.»

Singer deja claro que considera el problema como los abusos de la cría intensiva industrializada. Una vez que hacemos el proceso más “humanitario”, y tratamos el tema del sufrimiento de manera de satisfacer los criterios utilitaristas de Singer, entonces podemos volver a comer animales. Singer piensa que es un error ser “demasiado fanático en cuanto a insistir en una vida puramente vegana”. Preguntado acerca de su propio veganismo, responde: “Oh, no hay la menor duda en cuanto a esto, soy impuro.”

Singer no sólo no ve ningún problema inherente en el hecho de comer animales y productos de origen animal, sino que tampoco ve ningún problema en tener contacto sexual con animales no humanos —nuevamente, siempre que lo hagamos “humanitariamente”. En la revista de pornografía suave de Nerve.com, Nuestro Padre nos dice:

«Pero el sexo con animales no siempre implica crueldad. ¿Quién no ha estado alguna vez en una ocasión social interrumpida por el perro de la casa agarrando las piernas de un invitado y refregando vigorosamente su pene en ellas? El anfitrión normalmente desalienta estas actividades, pero, en privado, no todos tienen objeciones a ser usados o usadas por su perro de esa manera y, de vez en cuando, pueden darse actividades mutuamente satisfactorias». [vean el artículo]

En The Way We Eat, Singer y Mason cuentan que trabajaron durante un día en una granja de pavos, “recolectando el semen e introduciéndolo en las hembras”. Capturaban y sujetaban a las pavas mientras que otro funcionario “exprimía la abertura hasta que se abría y manaba el blanco semen hacia adelante. Empleando una bombilla al vacío, lo aspira con una jeringuilla”. Singer y Mason entonces tenían que “quebrar” a las hembras, lo que implicaba aprisionarlas “de forma que su trasero estuviese recto y su cloaca abierta”. El inseminador entonces insertaba un tubo dentro de la hembra y empleaba una ráfaga de aire comprimido para insertar el semen dentro del oviducto de la hembra. Entonces aparentemente, la versión de Singer de la “liberación animal” significa que nosotros podemos infligir daño a los animales a fin de satisfacer nuestra curiosidad acerca de los mecanismo de la explotación animal.

Finalmente, Singer sostiene posiciones que la mayoría de nosotros encuentra inaceptable en lo que respecta a los derechos humanos básicos. Por ejemplo, una de muchas, en «Ética Práctica», Singer discute si es moralmente aceptable matar a un bebé que nació con hemofilia. Sostiene que aunque el tema es complicado, podemos defender que es posible matar al bebé si esta es la única manera de que los padres tengan otro niño “normal”, porque “cuando la muerte de un niño defectuoso condujera al nacimiento de otro niño con mejores pronósticos de una vida feliz, la suma total de felicidad será mayor si el niño defectuoso es matado” [página 230]. Aunque esto trata a los niños humanos como “reemplazables”, Singer considera que los niños probablemente son similares a los no humanos no auto-conscientes, y que es aceptable matarlos. Afirma que “matar a un niño defectuoso no es moralmente equivalente a matar a una persona. Con mucha frecuencia esto no está mal en absoluto.” [página 236]

Podría continuar y continuar con ejemplos que demuestran que las idea de Singer no tienen nada que ver con los derechos animales o con lo que la mayoría de nosotros considera como una concepción aceptable de los derechos humanos. Sin embargo, una cosa positiva que pueden decir acerca de Singer es que él nunca trató de ocultar estas ideas. Por lo tanto, estoy desconcertado en cuanto a por qué alguien puede estar sorprendido con sus comentarios sobre el uso que Azis hace de los macacos en Oxford.

En la entrevista de Satya, Singer dice, en respuesta a una pregunta acerca de la reacción a The Way We Eat:

«Estoy satisfecho porque la gente que son veganos ellos, y que están involucrados en algunas de las mayores organizaciones por los derechos animales, le han dado un fuerte apoyo. Recibí algunas quejas de parte del tipo de gente que esperaba que las haría. Quiero decir, hay gente que creo que están siempre listas a criticar a otras que están básicamente del mismo lado que ellas, pero que no son tan puras como ellas, y ellas insisten en el hecho de que este libro no dice simplemente que deberían hacerse veganos y nada más.»

Singer deja de lado la cuestión fundamental. Aquéllos que creen que está moralmente errado consumir productos animales no están “del mismo lado” que Singer. La posición de Singer no es diferente de la que tienen los explotadores institucionalizados de animales quienes, como Singer, sostienen que podemos usar animales siempre y cuando tengamos cuidado de asegurarnos que ellos "no sufren demasiado". La postura de Singer reduce el tema de los derechos animales a un debate acerca de lo que constituye “demasiado”, lo cual deja de lado la cuestión de que no podemos justificar el uso –aunque sea “humanitario”- de los no-humanos. No hay nada malo con ser un “purista” acerca de los derechos fundamentales. ¿Puede alguien defender la idea de que es ser “purista” rechazar la violación “humanitaria” o el abuso infantil “humanitario”? Por supuesto que no.

Mientras que el así llamado “padre del moderno movimiento de los derechos animales” considere como “fanática” la promoción del veganismo como base moral, el movimiento animalista continuará haciendo exactamente lo que ha estado haciendo: ir hacia atrás. Ha llegado la hora que aquellos que buscan la abolición de la explotación animal y no meramente su regulación, renieguen de Nuestro Padre y se embarquen en la tarea de crear un movimiento sociopolítico no violento que desafiará la explotación de los animales de un modo significativo.

6 de junio de 2006

Derechos Animales vs. Bienestar Animal




El profesor Francione expone las profundas diferencias que existen, tanto desde un punto de vista teórico como práctico, entre los derechos de los animales y el bienestar animal. Critica la postura que él mismo denomina “nuevo bienestarismo” y que viene a afirmar que las mejoras incrementales en el bienestar animal conducirán al final de la explotación animal. Estas ideas están recogidas en su libro «Lluvia Sin Truenos».



6 de mayo de 2006

Animales como Propiedad




El profesor Francione argumenta que el estatus de propiedad de los animales priva de significación a las leyes de bienestar animal que prohíben infligir un sufrimiento “innecesario” y requieren un trato “humanitario” hacia los no-humanos.

Su libro Animals, Property, and the Law (Temple University Press, 1995), supuso el primer análisis legal del estatus de propiedad de los animales y fue descrito por Tom Regan como una “obra de indiscutible importancia histórica”.

6 de abril de 2006

Derecho Animal




El profesor Francione mantiene que el “derecho animal” debe preocuparse por la abolición incremental del estatus de propiedad de los no-humanos y considera errónea la tendencia por parte de los abogados animalistas a centrarse en casos anticrueldad, mala práctica veterinaria, fideicomisos y custodia de mascotas.



1 de marzo de 2006

Entrevista para The Abolitionist: La teoría abolicionista de Gary Francione

Gary L. Francione es profesor de leyes y un académico de leyes y filosofía Nicholas de B. Katzenbach distinguido de la Escuela Universitaria de Leyes de Rutgers en Newark, Nueva Jersey.

Francione ha estado enseñando derechos animales y leyes durante más de 20 años. Ha dado conferencias sobre el tema de los derechos animales a lo largo de Estados Unidos, Canadá y Europa, y ha sido invitado en numerosos programas de radio y televisión. Es autor de "Animals, Property, and the Law" (1995), "Lluvia Sin Truenos" (1996), e "Introducción a los Derechos Animales" (2000), así como numerosos artículos para revistas académicas, entradas de enciclopedias y artículos de revistas relacionados con los derechos de los animales no-humanos. Es co-autor, con Anna E. Charlton de "Vivisection and Dissection in the Classroom: A Guide to Conscientious Objection" (1992).

Francione ha proporcionado representación legal gratuita a numerosos defensores de los animales, a grupos animalistas de base así como a organizaciones animalistas nacionales e internacionales.

Francione es bien conocido dentro del ámbito animalista por su crítica a las leyes de bienestar animal y por su teoría abolicionista de derechos animales, así como por su teoría de derechos animales basada únicamente en la sintiencia / capacidad de sentir. En esta entrevista, nos centramos principalmente en el aspecto abolicionista de sus planteamientos y en su crítica del bienestar animal. Y examinaremos más de cerca su teoría de derechos animales.

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Claudette: ¿Crees que has sido rechazado por el movimiento de derechos animales?

Gary Francione: Depende de lo que quieras decir por “el movimiento de derechos animales”. Si te estás refiriendo a las grandes organizaciones nacionales de bienestar animal en los Estados Unidos —a lo que refiero como el “movimiento corporativo”— sí, he sido rechazado. Pero escribí "Lluvia Sin Truenos" en el cual argumenté que esas organizaciones en su mayoría habían abandonado la lucha por los derechos animales y el activismo de base en favor de un control corporativo centralizado por parte de élites y eso es lo que yo llamo “nuevo bienestarismo/neobienestarismo”, o la idea de que las tradicionales reformas bienestaristas llevarán eventualmente a la abolición. Argumenté que no hay evidencia histórica para creer que la reforma bienestarista hará ninguna otra cosa que perpetuar la explotación animal. Así que no estoy sorprendido de que el movimiento corporativo reaccionara como lo hizo.

Sin embargo, si te estás refiriendo al considerable número de gente que todavía acepta el planteamiento abolicionista y quienes comprenden que el veganismo debe servir como línea moral base para el movimiento, no, no he sido rechazado. Esa gente que continúa leyendo mi trabajo coincide conmigo, y, más importante aún, buscan la abolición progresivamente en una variedad de formas no violentas. La mayoría de esa gente ha estado, como yo, implicada anteriormente en el movimiento corporativo en sus vidas, y hemos llegado todos a ver la futilidad del bienestar animal y la importancia de un cambio a un nivel básico. Pero no te confundas al respecto – somos un montón.

¿Qué quieres decir con “buscar la abolición progresiva”?

Aunque mi postura es a menudo malinterpretada, nunca he sugerido que haya cualquier posibilidad de una abolición inmediata de toda la explotación institucionalizada y nunca he afirmado que no deberíamos buscar el cambio progresivo. Lo que he dicho es que no deberíamos perseguir reformas bienestaristas tradicionales, en cambio, deberíamos perseguir cambios abolicionistas que paulatinamente erradicasen el estatus de propiedad de los no-humanos y que reconozcan que los no-humanos tienen valor inherente. Mientras los animales sean propiedades, nunca habrá una valoración significativa de los intereses humanos y no-humanos, así como no había tal valoración entre los intereses de los esclavos y los de los dueños de los esclavos. Esta es la tesis central de mi libro de 1995, Animals, Property, and the Law.

Como argumenté en "Lluvia Sin Truenos", la postura de derechos proporciona una guía práctica definida para cambiar progresivamente tanto a nivel individual como en el nivel del cambio social general. De hecho, es la postura bienestarista, que mantiene que debemos apoyar cualquier medida que “reduzca el sufrimiento”, la que falla al proporcionar una guía práctica.

Prácticamente de cualquier medida puede decirse que reduce el sufrimiento, y la aceptación de las prescripciones bienestaristas han resultado en campañas ineficaces que, incluso cuando tienen éxito, hacen poco o nada por ayudar a los no-humanos y generalmente resultan en una pérdida global de bienestar animal porque su principal efecto es hacer que el público se sienta mejor sobre la explotación animal.

¿Cómo persigues la abolición a nivel individual?

La respuesta es simple: sé vegano. El veganismo es la aplicación del principio de abolición en la propia vida de cada uno. A menudo me encuentro con defensores de los animales que afirman estar a favor de los derechos animales y que quieren abolir la explotación animal, pero que continúan consumiendo productos animales. Considero esto como una forma de lo que en mi libro "Introducción a los Derechos Animales" llamo “esquizofrenia moral”.

Un defensor de los “derechos” de los animales que no es vegano no es diferente a otro que afirma oponerse a la esclavitud humana pero que todavía posee esclavos. Y no hay distinción lógica entre la carne y otros productos animales, tales como la leche o el queso. Los no-humanos explotados en la industria láctea viven más tiempo que sus correspondientes de la industria cárnica, son tratados peor durante esa vida y todos terminan en el mismo matadero tras el cual consumimos sus músculos.

Hay probablemente más sufrimiento detrás de un vaso de leche o un bol de helado del que hay en un filete. De cualquier forma, no tiene sentido afirmar abrazar la postura abolicionista o de derechos y no aceptar que el veganismo es el único modo moralmente consistente de tomar una acción inmediata para hacer que eso suceda al menos en la vida de cada uno. El veganismo es el rechazo al estatus de propiedad de los no-humanos y el reconocimiento de que los no-humanos tienen valor inherente.

Hay algunos defensores de los animales que afirman que el veganismo es una cuestión de “filosofía personal” y que no debería ser identificado como principio básico del movimiento de derechos. Afirman que es “elitista” insistir en el veganismo como un principio básico. Pero tales afirmaciones carecen de sentido. Si el movimiento de derechos animales no puede tomar la postura de principio sobre una actividad que resulta en el sufrimiento y muerte de millones de animales por ninguna otra razón que porque disfrutamos del sabor de sus músculos y sus productos, entonces el movimiento no puede tomar ninguna postura de principios sobre ninguna explotación institucionalizada. Y no hay nada más elitista que consumir productos animales, que implican la opresión y explotación injustificable de no-humanos.

¿Qué hay de un cambio abolicionista al nivel del cambio social general?

A nivel social, la respuesta de nuevo es simple: hablar de veganismo a cualquiera con quien entres en contacto y escuche, educar a cada uno que puedas sobre las muchas razones importantes para abolir la explotación animal.

Si alguna vez va a haber un cambio en el estatus quo de la implacable explotación animal, será sólo después de que hayamos establecido un apoyo social significativo a favor de la abolición, y que haya un movimiento político que busque la abolición. Esto requiere una cantidad crítica de veganos, que no tenemos en el momento presente.No estoy de acuerdo con quienes mantienen que el sistema legal será la guía en la lucha por los derechos animales, o que sucederán cambios legales significativos en ausencia del desarrollo de un movimiento político y social a favor de los derechos animales y la abolición de la explotación animal.

En otras palabras, tiene que haber un cambio de paradigma en el plano social antes de que el sistema legal responda de un modo significativo. Y en el momento presente, no hay movimiento abolicionista organizado. Hay sólo un movimiento “humanitario” llevado por un grupo de élites corporativas que quieren maximizar las contribuciones promoviendo campañas que no cuestionarán el estatus quo, y eso es peor que nada a mi parecer. De hecho, la mayoría de las campañas bienestaristas promovidas por el movimiento corporativo hacen poco, si es que hacen algo, para ayudar a los animales que sufren ahora, y meramente hacen que el público se sienta mejor sobre la explotación animal, estableciendo así la fundación de más explotación.

El veganismo y la educación abolicionista proporcionan una estrategia práctica y progresiva tanto en términos de reducir el sufrimiento ahora como en términos de construir un movimiento que en el futuro sea capaz de conseguir legislaciones más significativas que las reformas bienestaristas que son promovidas por las grandes organizaciones nacionales.

Si, a finales de la década de 1980, cuando la comunidad de defensa de los animales en Estados Unidos decidió muy deliberadamente seguir una agenda bienestarista, una parte sustancial de los recursos del movimiento hubiesen sido invertidos en educación sobre veganismo y activismo, habría al menos 250.000 veganos más que hoy día. Esa es una estimación muy conservadora dadas las decenas de millones de dólares que han sido gastados por los grupos de defensa animal en promover iniciativas y legislaciones bienestaristas.

Mantengo que tener 250.000 veganos más reduciría más el sufrimiento al disminuir la demanda de productos animales -y ayudaría a construir una base política y económica que es absolutamente necesaria para un cambio social más importante y que es, además, un requisito para el cambio legal- que todos los “éxitos” bienestaristas juntos y multiplicados por diez.

El bienestar animal es un fallo abismal. Hay un tiempo limitado y sólo hay recursos financieros limitados. No está claro para mi por qué alguien que busque la abolición como un objetivo a largo plazo o quien comprenda que el estatus de propiedad es un impedimento muy serio para cualquier cambio significativo, iba a creer que el bienestar animal tradicional es una elección práctica -poniendo a un lado cualquier consideración sobre inconsistencias como teoría moral.

El movimiento corporativo no está dispuesto a perseguir que el veganismo sea un principio básico, o la educación abolicionista, y en cambio promueven campañas bienestaristas que son tan insignificantes que los explotadores frecuentemente las apoyan.

Hay una campaña que se está llevando a cabo actualmente en los Estados Unidos para hacer que los animales tullidos o incapaces de caminar sean regulados a nivel federal —y la industria de la carne apoya los esfuerzos de los animalistas. McDonalds apoya los principios de sacrificio supuestamente “humanitario” concebidos por Temple Grandin. Tales campañas son fáciles de empaquetar y vender, y no ofenden a nadie ni mueven a la sociedad en la dirección de un cambio significativo y mantenido. Ese es, sin embargo, precisamente el problema.

Nadie está en desacuerdo con el principio de que está mal infligir sufrimiento “innecesario”, pero como 200 años de bienestar animal ha dejado claro, es un principio sin ningún contenido a la luz del estatus de propiedad de los animales. Es más, si los esfuerzos educativos empiezan a funcionar, éstos han de suceder al nivel básico, y eso es desfavorable para controlar el movimiento por las élites que dirigen las organizaciones nacionales.

¿Qué hay de aquellos activistas que intentan conseguir leyes, litigios o similares?

Al menos en el momento presente, hay razones importantes para que los defensores de los animales empleen su tiempo y recursos limitados en cambios progresivos conseguidos a través de varias formas de educación, protestas pacíficas y boicots, y evitar la mayoría de campañas legislativas o de litigios. Hay recursos limitados y hay un tiempo limitado. La elección no está entre buscar reformas bienestaristas o no hacer nada. La elección es entre si mañana lo dedicamos a promover una ley que dará a las gallinas de batería un centímetro más de espacio o promover una educación abolicionista hablando con grupos en tu comunidad o teniendo una mesa de comida vegana en un evento local o participando en demostraciones pacíficas u organizando un boicot.

A mi modo de ver, hacemos más por los animales que sufren ahora y por aquellos que sufrirán en el futuro reduciendo la demanda de productos animales y animando al veganismo que lo que hacemos ayudando a la industria del huevo a presentarse a sí mismos como “buenos” y “compasivos”. Si los defensores no obstante quienes buscar cambios a través de las regulaciones legislativas o de litigios, esas campañas deberían estar explícitamente enfocadas a erradicar el estatus de propiedad de los animales.

En "Lluvia Sin Truenos", traté de formular los criterios que podrían ayudar a identificar las medidas legales progresivas que disminuirán de modo significativo el estatus de propiedad de los no-humanos. Dado que ningún paso legal progresivo por sí sólo alcanzará la abolición, identificar los criterios para que dichos pasos disminuyan el estatus de propiedad de los no-humanos será invariablemente impreciso y hasta cierto punto implicarán criterios cuantitativos en vez de clara o exclusivamente cualitativos. Presenté de un modo preliminar los criterios que podrían ser empleados para identificar las medidas progresivas que necesariamente no llegarían a abolir el estatus de propiedad de los no-humanos pero que, no obstante, representarían pasos significativos para alejar del estatus de propiedad.

Estos criterios implican prohibiciones de actividades institucionales significativas, en oposición a la regulación o prohibiciones relativamente menores. Por ejemplo, una prohibición en el uso de cualquier trampa de cepo es preferible por encima de un requerimiento a que cualquier trampa sea realizada de un modo más humanitario, o al uso de una trampa de cepo acolchada.

Es más, la medida debería ser promovida explícitamente como reconocedora de que los no-humanos tienen intereses aparte de su utilidad para los humanos y en la que el interés reconocido sea aceptado como que no pueda ser ignorado cuando hacerlo beneficie a los humanos. Esto es importante porque la única forma de que las medidas progresivas como esta puedan ser efectivas es si sirven a la fundación de más cambios progresivos, y no pueden conseguir esto si no están explícitamente basadas en el valor inherente de los no-humanos y en que no se puedan sacrificar al menos algunos de sus intereses.

Finalmente, he afirmado que los defensores de los animales nunca deberían estar en una posición de promoción de una alternativa o una forma más humana de explotación, y que cualquier legislación progresiva o medida reguladora debería ser acompañada por una llamada constante y clara a favor de la abolición de toda explotación institucional. Un ejemplo del tipo de medida que satisfaría estos criterios sería una prohibición en el uso de animales de un tipo particular de experimento, tal como una prohibición en el uso de todos los animales en experimentos psicológicos basada en el hecho de que los animales tienen intereses en no ser utilizados en tales experimentos independientemente de los beneficios humanos.

Quiero enfatizar que creo que en el momento presente, el tipo de prohibiciones de las que estoy hablando aquí serían las más difíciles de conseguir tanto a través de materia legislativa o a través de litigios. Reitero que nuestro tiempo y recursos limitados están mejor invertidos en la educación vegana abolicionista.

¿Quiere esto decir que no crees que la ley juegue ningún papel en ayudar a los animales en el momento presente?

No del todo. He estado trabajando en “leyes animales” hace ya más de 20 años. En 1990, Anna Charlton y yo fundamos la Escuela de Leyes de Derechos Animales, en Rutgers, la única de su tipo en los Estados Unidos o, al menos por lo que sé, del resto del mundo. Los estudiantes de leyes recibían seis créditos académicos por trabajar en casos que implicasen cuestiones animales, y participaron en un curso en el que la teoría de derechos animales era discutida.

Aunque cerramos la Escuela al menos temporalmente en el 2000, encontramos que había muchas cosas que un abogado podía hacer que no implicase buscar reformas bienestaristas. Por ejemplo, nosotros representamos a defensores de los animales que estaban tratando de educar a la sociedad sobre veganismo y abolición y que se encontraron con varias amenazas ante su trabajo. Aconsejamos y representamos a defensores de los animales que estaban tratando de organizar boicots. Llevamos casos que buscaban el acceso a la información sobre experimentos animales, así como casos que implicaban el derecho de los estudiantes a no ser forzados a viviseccionar o diseccionar como parte de sus exigencias académicas y el derecho de los presos a acceder a comida vegana. Denunciamos cazas y la matanza de caballos salvajes y aconsejamos a defensores individuales y organizaciones sobre prácticamente cualquier cosa que te puedas imaginar, desde su derecho a protestar hasta preguntas sobre las gestiones para la exención de impuestos para organizaciones. Incluso conseguimos que el gobernador de Nueva Jersey perdonase a un perro que iba a ser asesinado bajo las leyes de Nueva Jersey de “perros peligrosos”. Tratamos de elegir los casos que eran consistentes con nuestra filosofía abolicionista. Por ejemplo, representamos a estudiantes que rechazaban totalmente cualquier utilización animal en la educación y no a estudiantes que querían que fuese su compañero quien hiciese las incisiones, o que querían estar seguros de que los perros sometidos a cirugía fuesen tratados más “humanamente”.

En cualquier caso, hay muchos defensores de los animales que están ahí fuera promoviendo un mensaje abolicionista y que necesitan ayuda legal, y a menudo no pueden conseguir esa ayuda porque los “abogados animalistas” están demasiado ocupados con casos de mala praxis veterinaria, o tratando de conseguir enmiendas insignificantes para “humanizar” las leyes de matanza, o que tratan de que las gallinas de batería tengan una o dos pulgadas de espacio más en sus jaulas.

Hablas de cambios progresivos de modos no-violentos. ¿Cuál es el papel de la no-violencia en tu pensamiento?

A mi ver, la postura de los derechos animales es el rechazo último a la violencia. Es la afirmación última de la vida. Veo el movimiento de derechos animales como la progresión lógica del movimiento pacifista, el cual busca acabar con los conflictos entre humanos. El movimiento de derechos animales busca idealmente llevar ese paso más allá y acabar con los conflictos entre humanos y no-humanos. Creo que la violencia hacia otros es problemática por varias razones.

En primer lugar, no tiene sentido como cuestión teórica. La razón por la que estamos en el lío en que estamos es que, a lo largo de la historia, nos hemos implicado en acciones violentas que hemos buscado para justificar como un medio no deseado para un fin deseado. Cualquiera que haya empleado las proclamas de violencia dice que lamenta haber tenido que recurrir a ella, pero que ese mismo fin justifica su uso. Es precisamente ese tipo de pensamiento consecuencialista el que lleva a más violencia. Por ejemplo, los vivisectores afirman reconocer con la utilización de animales surge una cuestión moral, pero que esa utilización de animales es un medio necesario para el alivio del sufrimiento humano causado por una enfermedad.

Algunos defensores de los animales afirman que aunque la violencia contra los vivisectores presenta un problema moral, está justificada porque ayudará a acabar con la vivisección. Las autoridades afirman que la protección de los derechos civiles es importante pero que la violación de estos derechos está justificada para detener las acciones violentas de algunos defensores animales. Y así podríamos continuar. Es importante que el movimiento de derechos animales se muestre clara e inequívocamente a favor de poner fin al ciclo de violencia.

Segundo, como una cuestión práctica, no está claro para mí qué esperan conseguir quienes apoyan la violencia como una cuestión práctica. Ciertamente no están consiguiendo que el público sea cada vez más simpatizante con el padecimiento de los animales no-humanos. Si acaso, es justamente lo contrario, y estas acciones tienen un impacto más negativo en términos de percepción pública.

El problema es que vivimos en un mundo donde prácticamente todos los que pueden permitirse comer productos animales lo hacen. En tal mundo, no hay contexto en el que la violencia pueda ser interpretada de otra forma que negativamente. La mayoría de acciones violentas de los defensores de los animales se centra en la vivisección. Aunque mantengo que los vivisectores exageran la afirmación de que la vivisección es “necesaria” para conseguir ciertos beneficios para los humanos, los vivisectores ciertamente tienen una afirmación de necesidad más plausible que la de quienes consumen productos animales.

De este modo, si no tenemos un número significativo de personas que rechazan el sufrimiento completamente innecesario de los no-humanos utilizados por su carne, leche o huevos, qué esperanza hay para la violencia en la causa de una actividad argumentadamente más “necesaria” pueda tener efecto? Simplemente no hay contexto social en el que la violencia hacia otros pueda ser nunca interpretada como cualquier otra cosa que negativa.

A mi ver, lo más “radical” que alguien puede hacer es hacerse vegano y educar a todo el que vaya a escuchar por qué ellos también, deberían hacerse veganos.

Has hablado en esta entrevista sobre la necesidad de las protestas pacíficas. ¿Crees que las demostraciones simbólicas de objeción y jugar con los medios a través de numeritos puede alterar significativamente el sistema?

Ciertamente creo que las protestas pacíficas y otras demostraciones simbólicas pueden servir para educar a la sociedad sobre la necesidad de adoptar el estilo de vida vegano y además apoyar la abolición de la explotación animal. Si por payasos de los medios te refieres a tener a mujeres desnudas sentadas en jaulas frente a los circos o a “antes desnuda que vistiendo pieles” no, creo que esos numeritos son posiblemente dañinos.

Desafortunadamente el movimiento corporativo ha decidido intentar erotizar las cuestiones de la explotación animal y yo estoy en desacuerdo con ese acercamiento porque no consigue nada más que continuar con nuestra cosificación de las mujeres. Es erróneo por sí mismo y sólo llevará a continuar la cosificación de los no-humanos. Por ponerlo de otro modo, mientras continuemos tratando a las mujeres como si fuesen trozos de carne, continuará el trato de los no-humanos como nada más que carne. El sexismo y el especismo están muy relacionados.

Pero creo que hay modos inteligentes, dignos y efectivos de educar a la sociedad sobre estas cuestiones. Aunque no estoy a favor de las vallas publicitarias que anuncian que los productos animales disminuyen la función sexual, estoy a favor de las vallas publicitarias que provocan a la gente a pensar sobre la explotación animal. Por ejemplo, me encantaría ver una valla publicitaria que destacase nuestra esquizofrenia moral cuando se trata de animales, algo como “¿Qué diferencia hay entre el perro al que quieres y la vaca que comes? Piensa sobre ello.”

Han pasado casi 10 años desde la publicación de "Lluvia Sin Truenos". ¿Ha cambiado algo en tu modo de ver las cosas que cambiase tus opiniones originales expuestas en "Lluvia Sin Truenos"?

No. Si acaso, creo que las cosas han ido a peor. El movimiento corporativo en los Estados Unidos ha colapsado enteramente en un movimiento bienestarista que no es más progresista que el movimiento bienestarista que existía en 1950.

Todo lo que necesitas hacer es fijarte en las campañas más recientes en las que los grupos animalistas están uniendo fuerzas con McDonalds y otros restaurantes de comida rápida para hacer más humana la cría y asesinato de no-humanos. Comprendo por qué el movimiento corporativo apoya esos tipos de campañas, cualquiera que coma en McDonalds se puede sentir bien por contribuir a los grupos llamados de “derechos animales” porque esos grupos afirman que McDonalds está “dirigiendo el camino” —y ésta es una frase literal de PeTA— en el trato “humano” de los animales. A mi juicio, estas campañas proveerán grandes beneficios a la industria cárnica y muy poco, si hay algún beneficio, a los no-humanos.

La palabra que más frecuentemente escucho sobre tu trabajo es que es “divisivo” por hablar contra los “nombres” del movimiento. Hace ya diez años de que tus ideas conformasen un momento entre la gente que una vez pensó que eras divisivo. ¿Te importaría aprovechar esta oportunidad para responder a tus críticos?

El “movimiento” animalista —al menos en los Estados Unidos— no es para nada un movimiento político. Es una combinación de grandes negocios y cultos religiosos. Los líderes de los grandes grupos deciden las políticas que mejor sirven a los intereses económicos de los grupos. Para la mayoría, estas políticas están centradas en reformas bienestaristas moderadas. Se afirma entonces que estas políticas están en “el mejor interés de los animales” y cualquiera que no esté de acuerdo es etiquetado como “divisivo” y cualquier crítica es caracterizada como “dañina para los animales”. No se promueve la discusión ni se permite disentir.

Las críticas y las discusiones son malas para los “negocios”, así que el movimiento corporativo anima a sus miembros a creer -de un modo parecido a los cultos- que cualquier expresión de desacuerdo dañará realmente a los no-humanos. Si realmente nos preocupamos por los animales, debemos ir con el programa y apoyo hacia cualquier reforma bienestarista insignificante que sea promovida. Pero este tipo de comportamiento del movimiento corporativo no debería sorprender a nadie. Lo que sería sorprendente es que no fuese de ese modo.

Un ejemplo interesante del aspecto similar a un culto del movimiento corporativo es ilustrado con la revelación en Junio de 2005 de que PeTA está “proporcionando la eutanasia” —creo que el término correcto es “matando”— a miles de animales que obtienen de refugios y de veterinarios y que podían haber sido adoptados. El hecho de que no haya mayor rechazo nacional sobre esta conducta bizarra y moralmente rechazable habla bien claro sobre la carencia de pensamiento crítico en el “movimiento”.

Estás en lo cierto, sin embargo, al decir que mi crítica está consiguiendo un cierto momento. Creo que muchos defensores de los animales están empezando a ver a través del movimiento corporativo y a comprender lo que está sucediendo realmente. Para la mayoría, esta gente está implicada en actividades a nivel de calle, tales como la educación vegana, la acogida de animales, trabajo de capturar/esterilizar/soltar y otros esfuerzos para ayudar a los individuos no-humanos y ellos no tienen mucho que ver con el movimiento corporativo.

¿Deberían ignorar los abolicionistas de base al movimiento corporativo?

Totalmente. Los grupos nacionales ganan dinero e influencia porque animan a los individuos a depender de ellos, a creer que sólo los grandes grupos consiguen resultados. Durante el paso de los años me he encontrado con mucha gente haciendo un trabajo maravilloso a nivel local con recursos limitados y sin implicación en grupos nacionales. Las corporaciones concentran poder, necesitamos activismo local. Así que sí, deberíamos simplemente ignorar a los grupos nacionales. Dejarles promover reformas bienestarisas. Si más y más de nosotros nos hacemos veganos, educamos a otros sobre veganismo y participamos en actividades a nivel local, las organizaciones nacionales se volverán cada vez más irrelevantes mientras construimos una base política efectiva que apoyará un cambio significativo y constante.

Alguna gente te acusa de ser demasiado puro en tu defensa del frente de derechos, mientras que otros afirman que eres especista. ¿Qué piensas?

No hay nada en mi trabajo que pueda ser descrito como especista. Hay alguna gente que intencionadamente presenta mi trabajo erróneamente pero mis escritos hablan por sí mismos y está claro en ellos el total rechazo al especismo. De hecho, la tesis central de mi libro "Introducción a los Derechos Animales" es que deberíamos extender una consideración igualitaria a todos los seres sintientes, y que esa consideración igualitaria requiere la abolición de la explotación animal. En lo que se refiere a que sea un absolutista sobre los derechos animales y la abolición, me confieso culpable.

Hay un tema desagradable circulando a través del movimiento actual y es un cinismo sobre que los derechos son utópicos pero difícilmente alguien piensa sobre por qué tantas campañas lanzadas bajo el anuncio de derechos, pero que son bienestarisas en esencia, han fallado. ¿Te importa comentarlo?

Es esencial para el movimiento corporativo crear una falsa dicotomía: o bien promovemos las reformas de bienestar animal que ellos promueven, o no hacemos nada y dejamos que los animales sufran mientras esperamos y soñamos sobre una utopía en la cual ningún animal es dañado. Si esa fuese realmente la elección, entonces la reforma bienestarista sería más atractiva. El problema no es que estemos limitados a no hacer nada o, por ejemplo, a tratar de sacar a los cerdos de situaciones extremas o hacer las jaulas de batería un poco más grandes. Como expliqué anteriormente, la postura de derechos no es utópica ni ideal del todo dado que prescribe un programa claro y realista para el cambio progresivo empezando con el veganismo a nivel individual y con un movimiento político que tenga el veganismo como un principio básico a nivel social.

Estás en lo cierto al indicar que muchas campañas bienestaristas promovidas por el movimiento corporativo son fallos. Esto es cierto incluso cuando tienen “éxito”. Por ejemplo, el movimiento corporativo celebró en 2004 cuando California aprobó una supuesta “prohibición” del foie-gras. Pero la industria del foie-gras apoyó la ley, que no llegará ni siquiera a tener efecto hasta 2012 y tiene el efecto de legalizar esta industria al menos hasta ese momento y probablemente más allá. Igualmente, el movimiento corporativo clamó victoria sobre el Acta de Mejora de la Salud, Mantenimiento y Protección de Chimpancés (CHIMP, de sus siglas en inglés) aprobada en el año 2000 en Estados Unidos. El acta supuestamente establece un “santuario” para los chimpancés que han sido utilizados en experimentos del gobierno. Hay un gran número de problemas con el acta, siendo el más significativo que los chimpancés “retirados” pueden ser utilizados en investigaciones invasivas posteriores si un chimpancé particular tiene un historial médico único o si la investigación invasiva servirá a una “necesidad de salud pública” importante. ¡Y esas son historias de “éxito”! Imagínate las que pierden.

En cualquier caso, soy un pragmático. He estado trabajando en leyes animales desde hace ya más de 20 años y te puedo decir que sin dudarlo los “éxitos” bienestaristas de ese periodo de tiempo son absolutamente insignificantes, tanto en términos de cambiar el paradigma de la propiedad como en términos de reducir el sufrimiento de los animales ahora. De hecho, creo que ese movimiento bienestarista ha hecho realmente que el público se sienta más cómodo sobre la explotación animal.

Durante los años ha habido muchos simposiums de leyes animales y conferencias y tu nombre no estaba listado como uno de los conferenciantes clave. ¿Esto es porque no has sido invitado a estos eventos o porque no has querido asistir?

La mayoría de estas conferencias tratan de bienestar animal. Se centran en temas tales como la matanza “humanitaria”, el modo de mantener cautivos a los animales en la ganadería o bienestar de los animales “de laboratorio”. Algunas veces no soy invitado a estos eventos, y entiendo el por qué, y a veces soy invitado y lo rechazo educadamente. No tengo nada que decir sobre tales temas excepto que no estoy de acuerdo con todo el conjunto o enfoque.

¿Qué diferencia hay entre tu trabajo y el de Steven Wise?

Hay muchas diferencias. Wise cree que el sistema legal será una fuerza efectiva para el cambio en ausencia de un cambio previo de paradigma a favor de la abolición en la sociedad como una cuestión general. Por las razones que he formulado anteriormente, no estoy de acuerdo. Wise no ve el veganismo como la cuestión principal, yo sí. Wise cree que los animales tienen que ser intelectualmente como los humanos para importar.

Él mantiene la jerarquía tradicional que separa a los humanos de los no-humanos pero quiere mover a ciertos animales, tales como los grandes simios, los delfines, y los loros hacia el lado “protegido”, basándose en que tienen mentes similares a las de los humanos. Como argumenté en mi libro "Introducción a los Derechos Animales", la sintiencia/capacidad para sentir es la única característica que debería requerirse para la personalidad. Una perra puede no ser capaz de reconocerse a sí misma en un espejo y un chimpancé puede ser capaz de hacerlo, pero no consigo ver por qué esa habilidad confiere al chimpancé un reclamo más importante para el estatus de persona.

En cuanto al que me concierne, si un ser es sintiente, eso es todo lo que se requiere para el estatus de persona y para tener un derecho a no ser tratado como una cosa. La postura de Wise es sólo otro ejemplo de crear una jerarquía diferente de humanos y ciertos no-humanos “especiales” sobre todos los demás no-humanos. Yo estoy interesado en acabar con la noción de jerarquía en primer lugar.

Fuiste un participante del Proyecto Gran Simio.

Sí. En 1993 escribí un ensayo titulado, "Personalidad, Propiedad y Competencia Legal" que fue incluido en el Proyecto Gran Simio y fui uno de los primeros firmantes de la Declaración sobre los Derechos de los Grandes Simios. Fui el primer teórico legal que propuso una teoría de personalidad legal para los grandes simios. Pero fui muy cuidadoso en mi ensayo de 1993 de dejar claro que aunque los grandes simios eran cognitiva y genéticamente similares a los humanos, ese parecido era suficiente para que fuesen personas legales pero que no era necesario.

Esto es, argumenté que la única característica que se requiere para la personalidad es la sintiencia, o la capacidad para sentir dolor. Si un no-humano puede sentir dolor, entonces tenemos la obligación moral de no tratar a ese no-humano como una propiedad, o exclusivamente como un medio para nuestros fines. Si un ser sintiente tiene otros intereses, entonces debemos acordar también igual consideración a esos intereses, pero el derecho básico a no ser tratado como un recurso de otros no debería ser conectado con ninguna otra característica que no sea la sintiencia.

Por decirlo de otro modo: sólo porque una vaca no tenga las mismas características cognitivas que tiene un chimpancé no está bien comer vacas más que por el hecho de que una vaca tenga diferentes características que un pez quiera decir que esté bien comer el pez. Tienes a gente como Jane Goodall afirmando que deberíamos animar a la gente de África a comer cabras en vez de chimpancés. No estoy de acuerdo con eso. Hablaré más de la relevancia de la sintiencia y la irrelevancia de otras características cognitivas cuando discutamos mi teoría de derechos animales en la próxima entrevista.

¿En qué proyectos estás trabajando últimamente?

Estoy trabajando en un libro que saldrá en el 2006 que recogerá algunos de mis ensayos publicados anteriormente sobre derechos animales y bienestar animal, y estoy trabajando en bastantes ensayos para revistas académicas.

He estado enseñando derechos animales durante más de 20 años, y este invierno próximo, Anna Charlton, que ha impartido el curso de derechos animales conmigo durante más de un década, y yo, impartiremos un nuevo curso titulado “Los Derechos de los Humanos y Otros Animales” en Rutgers. Nos centraremos en las conexiones entre el racismo, el sexismo, la homofobia y el especismo. Realmente estamos interesados en este curso. Estoy muy entusiasmado con un proyecto de sitio web en el que estoy trabajando en el cual voy a tener presentaciones interactivas de temas incluyendo los derechos animales, las diferencias entre derechos animales y bienestar animal, el estatus de propiedad de los animales y leyes animales. Mi objetivo es presentar material legal y filosófico de un modo accesible y disponerlo ampliamente. Decir que necesitamos más foros abolicionistas debería ser la declaración del milenio.

Las organizaciones más grandes de bienestar animal hoy día en Estados Unidos, la Humane Society of United States (HSUS), con toda su riqueza, no tiene ni un refugio para gatos y perros abandonados o maltratados. La organización más grande de derechos animales en Estados Unidos hoy día, PeTA, tiene una política de matar a los animales de las perreras. ¿Qué está yendo mal Gary?

El movimiento animalista es principalmente un negocio. En lo que respecta a PeTA, cuidar de animales individuales cuesta dinero e impide viajar por todo el mundo para que puedas quitarte la ropa y quedarte desnudo “por los animales”, chocar codos con tipos de Hollywood o estrellas de rock, o participar en otro sinsentido ineficaz que ahora constituye el “activismo. Y tener refugios ciertamente acabaría con esos saludables salarios de seis cifras que los ejecutivos y dirigentes de campañas de HSUS y otros grupos animalistas grandes reciben.

Añadiría que en mi libro de 1996 "Lluvia Sin Truenos", discutí sobre el hecho de que PeTA estuviese matando animales sanos en su “santuario” de Aspen Hill en los noventa y que esto representó una traición a los ideales de los derechos animales. He afirmado que la postura de los derechos animales no es sólo consistente con ello, sino que requiere que los recursos sean destinados al cuidado de los perros, gatos y otros no-humanos domesticados que han sido traídos a este mundo para nuestra diversión, pero mi planteamiento no ha sido aceptado.

Esto no quiere decir que no haya individuos y algunos grupos más pequeños y sociedades ahí fuera que estén haciendo un trabajo magnífico en ayudar a animales individuales, pero estos no son en su mayoría las grandes organizaciones animalistas con dinero. De hecho, PeTA no sólo mata animales sanos, sino que se opone a los esfuerzos de quienes capturan, esterilizan y los vuelven a soltar con las colonias de gatos feral. Es absolutamente increible . Las cosas realmente han ido a peor desde que escribí "Lluvia Sin Truenos", y eso es algo que incluso yo no pensé que fuese posible.

¿Está para ti el veganismo en el plano del activismo político?

No sólo considero el veganismo dentro del plano del activismo político, sino que considero el veganismo como la principal forma de activismo político. Nunca habrá ningún cambio significativo a favor de los animales hasta que haya una base política a favor de la abolición. El veganismo es la expresión práctica y personal del principio abolicionista. Continúo estando fascinado por la gente que me dice que están a favor de los “derechos animales” y que critican a los “explotadores de animales” pero que no son veganos. Si no eres vegano, estás participando en la explotación animal. Es así de simple.

Una cosa que no considero como dentro del plano político es la violencia. Como ya he dicho, creo que la violencia es reaccionaria y no hace nada más que reforzar precisamente las mismas actitudes patriarcales que nos han llevado a este lío en primer lugar. Recientemente vi un programa de noticias en el que alguien caracterizado como un “activista de los derechos animales” apoyaba la muerte de explotadores de animales. A mi ver, este tipo de postura no tiene nada que ver con los derechos animales, y sólo está sirviendo para facilitar la marginación y el rechazo de la postura de los derechos.

¿Puedo presentarte una escena y podrías decirme qué hay erróneo en esa escena desde una perspectiva de derechos animales? Una historia real: un granjero cubano perdona la vida a un lechón tras verle ser amamantado por una vaca. Ermelino Rojas estaba engordando al cerdo para la cena de navidad de su familia pero dijo que no podría matar al animal tras verle con su nueva madre. El señor Rojas dijo: “La vaca estaba dando menos leche y el cerdo estaba engordando cada día, así que decidí ver qué sucedía. Iba a cocinarle para la cena de navidad pero tras aquello no podría haberlo hecho”.

Esto ilustra muy bien lo que llamo “esquizofrenia moral” en "Introducción a los Derechos Animales".

Por un lado, reconocemos a los animales como personas no-humanas, esto es, les consideramos como seres con atributos cognitivos y emocionales, incluyendo la capacidad de amar, como seres que son sintientes y con muchos de los atributos que asociamos a las personas humanas. Respondemos hacia algunos animales, tales como los acompañantes con quienes compartimos nuestras casas, o el cerdo del caso del señor Rojas, de un modo emocional precisamente porque vemos que son personas. Por otro lado, la ley considera a los animales como propiedades, al igual que las mesas y las sillas, y nos relacionamos con la mayoría de animales, incluyendo y especialmente a aquellos que nos comemos, como si fuesen meras cosas hechas para sufrir y morir para nuestros deseos egoístas y triviales.

La historia que relatas es similar a una historia reciente sobre una vaca que escapó del matadero en los Estados Unidos y a la que se le permitió vivir porque capturó los corazones de los trabajadores del matadero y del director de la planta, los cuales continuaron matando a las otras vacas, y al público en general, que continuó comiendo vacas. Cada uno respondió ante esta vaca concreta como una persona, pero continúa denegando la personalidad de las otras vacas. Para una especie que se considera a sí misma como superior por su racionalidad, los animales humanos no pueden pensar muy inteligentemente.

¿Podrías explicar la doctrina de personalidad legal y, aunque yo lo dudo, como algunos activistas afirman, la idea de que expandiendo esa doctrina llevaría en dirección de los derechos animales?

“Standing” es un concepto legal complicado; en sus términos más simples, “standing” trata del estatus de ser cualificado para asegurar o hacer cumplir los derechos legales o deberes en una corte legal basándose en tener un interés suficiente en el resultado de una controversia y ser amenazado con un daño presente.

En muchos sistemas legales, las únicas partes que tienen personalidad para afirmar sus derechos y deberes en conexión con los daños hacia los animales son el propietario del animal en cuestión o cualquier agencia que haga cumplir las leyes anti-crueldad. Las leyes anti-crueldad son generalmente leyes criminales y el interés que está siendo reivindicado es el del estado y no el del no-humano que ha sido dañado o matado. Como una cuestión legal, los animales son propiedades y no son personas legales, como lo son los humanos o las corporaciones, y no tienen personalidad legal.

Alguna gente afirma que el problema con las leyes de bienestar animal es que no son impuestas con suficiente fuerza, y que las cosas serían mucho mejor para los animales si delegamos y permitimos a otros llevar casos de animales en situaciones en que las instituciones públicas hayan declinado tomar partido. El candidato habitual para esta delegación es una organización de defensa animal o “guardián” acordado para el animal.

No estoy de acuerdo con las leyes de “bienestar animal” en primer lugar porque sólo se refieren al trato de los animales y no a la utilización de los animales en sí misma. Es más, proporcionan una protección extremadamente limitada para un número muy pequeño de animales —la mayoría son perros y gatos— en circunstancias extremadamente limitadas donde el daño infligido en una situación en la cual no haya un beneficio humano reconocido. Creo que extender el “standing” no conseguirá mucho y probablemente resulte en legislaturas y cortes que restringirán aún más el limitado ámbito de protección que ya existe para eliminar cualquier aumento de litigios.

Mientras los animales sean propiedades, el sistema legal se esforzará por proteger los intereses de los propietarios en primer lugar y principalmente.

¿Tienen los no-humanos algún derecho bajo la ley?

La respuesta corta es “no”. Para poder comprender esto, necesitamos centrarnos en lo que es un derecho. Hay una gran confusión alrededor del concepto de derechos, pero los actuales propósitos, es suficiente comprender que un derecho es meramente una forma de proteger un interés. Decir que una persona tiene derecho a hacer algo —por ejemplo a la libertad de expresión— es decir que protegemos su interés en expresarse incluso si ignorar ese interés beneficiase a otros. No podemos ignorar el interés simplemente por consideraciones consecuencialistas.

Como una cuestión general, no reconocemos que los intereses animales, incluyendo el interés en no sufrir, debería ser protegido independientemente de las consecuencias. Por el contrario, decimos que cualquier interés que tenga un animal puede ser ignorado si hay un beneficio suficiente para los humanos. Generalmente el beneficio económico es suficiente. Hay leyes que limitan lo que podemos hacer con los animales, pero estas leyes hacen poco más que prevenir la provocación de sufrimiento en animales en situaciones en las que no hay beneficio para los humanos.

Como argumenté en Animals, Property, and the Law, no creo que tenga sentido hablar de que tales leyes creen “derechos” para los animales. Es posible, por supuesto, que la ley pueda cambiar y volverse más protectora de los intereses animales incluso si los animales permanecen como propiedad humana. Por ejemplo, las leyes de bienestar animal del Reino Unido son seguramente más protectoras de los animales y aparentan de reconocer que los animales tienen ciertos intereses que deberían ser protegidos incluso si obtuviésemos grandes beneficios ignorando esos intereses. Pero las diferencias actuales de trato son mínimas a mi ver, y probablemente hacen más para que el público se sienta cómodo con la explotación y la afianza aun más como parte de nuestra sociedad que realmente reduzca el sufrimiento de los animales explotados.

Continúo creyendo que no tiene sentido hablar de animales que tengan derechos mientras que los animales son propiedades así como creo que no tiene sentido hablar de esclavos con derechos. Es teóricamente concebible que un sistema legal podría reconocer que la propiedad tiene intereses que han de ser protegidos sin importar otras cosas, pero la realidad social, económica, legal y política hacen que ese reconocimiento sea altamente improbable.

En Animals: Property or Persons? (de Animal Rights [Oxford University Press 2004]), discutes el “principio de trato humanitario”. ¿Puedes argumentarlo aquí para nosotros?

Claro. Ese concepto, sobre el que también debato en "Introducción a los Derechos Animales", es la idea de que todos aceptamos que está mal infligir sufrimiento “innecesario” a los no-humanos y que deberían ser tratados “humanamente”. Afirmo que dado que la mayor parte de nuestra utilización de animales no puede ser, de ninguna forma, descrita plausiblemente como “necesaria”, sufrimos entonces de esquizofrenia moral. Afirmamos que nos tomamos en serio los intereses de los animales, pero no lo hacemos. Afirmamos creer que está mal infligir sufrimiento y muerte a los animales a no ser que tengamos alguna necesidad de hacerlo, pero, en realidad, infligimos sufrimiento y muerte a miles de millones de no-humanos por lo que puede ser descrito como motivos triviales.

A tu parecer, ¿cuán lejos están los derechos de persona de los animales?

Si con esto quieres decir que cuándo creo que la ley protegerá los intereses de los animales en no ser una propiedad, la respuesta es que esto no puede suceder a no ser que, ni hasta que, una cantidad sustancia de personas acepten como una cuestión moral que la explotación animal debería ser abolida. Esto es, primero debemos aceptar como una cuestión moral que los animales no deberían ser tratados como recursos, como cosas para uso humano. Y eso no puede suceder a no ser que, ni hasta que, una cantidad sustancial de gente se haga vegana y acepte la abolición en sus propias vidas. Sólo entonces cuando haya más veganos habrá una base que pueda servir para apoyar cambios legales y políticos significativos.

Esto es una fuente tremenda de confusión cuando se piensa sobre esta cuestión. Muchos defensores de los animales creen que la ley es el lugar donde empezamos a buscar el cambio. No lo es. La ley raramente dirige en cuestiones de cambio cultura, lo sigue. La ley generalmente no cambia hasta que haya una situación social importante. Por ejemplo, no conseguimos leyes de derechos civiles hasta que un número significativo de gente aceptó como una cuestión moral que estaba mal tratar a la gente de color de determinadas maneras.

Algunos auto-denominados “abogados de los animales” afirman que el sistema legal puede acomodar la personalidad de los animales sin que haya el predicado de un cambio de paradigma en las actitudes sociales. Ese planteamiento es completamente ridículo e indica un fallo de comprensión de los procesos judiciales o legislativos.

¿Por qué has sugerido basar los derechos animales en la sintiencia en vez de en la libertad, el valor intrínseco, el respeto, la igualdad, el amor o alguna otra cosa?

Afirmo que la sintiencia es la única característica requerida para los no-humanos para intereses moralmente significativos. Esto es, rechazo la idea de que los animales tengan que ser “como nosotros” en algún sentido —otro aparte del ser capaces de experimentar dolor— para contar moral o legalmente. En Introducción a los Derechos Animales y posteriores escritos —ver por ejemplo Nuestra Hipocresía— afirmé que lo que yo llamo el enfoque de “mentes similares” no es moralmente justificable.

No creo que los grandes simios cuenten más que los perros o los peces para el propósito de no ser tratados como objetos. Requerir inteligencia de tipo humano u otras características para tener personalidad es especista. Baso el derecho moral a no ser tratado como una propiedad en el principio de igual consideración. No protegemos a los humanos de todo el sufrimiento, pero consideramos incorrecto infligir cualquier sufrimiento sobre ellos ajeno al de ser utilizado como una propiedad.

Todos rechazamos la esclavitud humana. El principio de igual consideración requiere también la abolición de la esclavitud de los no-humanos. El hecho de que los animales puede que no tengan características cognitivas parecidas a los humanos es irrelevante para su derecho básico a no ser tratados como cosas o recursos de los humanos.

En Introducción a los Derechos Animales, explico cómo todo esto está conectado con el concepto de valor inherente o valor intrínseco. Tener valor inherente es tener valor más allá de ser un recurso, un mero medio para fines ajenos. Dado que los animales son clasificados como propiedades, ellos tienen valor sólo como recursos.

Gary… ¿qué diferencias hay entre tu teoría de derechos animales y la de Tom Regan?

Hay numerosas diferencias. Explicaré cinco de ellas.

Primero, aunque Regan da a entender que rechaza el perfeccionismo, o la noción de que el valor moral depende de ciertas características cognitivas u otras, su concepto de “sujeto-de-una-vida” requiere un tipo de autonomía de preferencia. La única característica que yo requiero para el derecho a no ser una propiedad es la sintiencia.

Segundo, Regan mantiene que la muerte es un daño mayor para los humanos que para los no-humanos. Yo no sólo rechazo ese planteamiento como una cuestión empírica, sino que la considero problemática para una teoría abolicionista de derechos animales como una cuestión general porque si, como Regan afirma, los no-humanos tienen un interés en sus vidas cualitativamente diferente —esto es, si la muerte es siempre un daño menor para los no-humanos— entonces hay un modo no arbitrario de distinguir entre humanos y no-humanos para el fin de un trato diferencial. Irónicamente, el planteamiento de Regan de que es un daño menor para los no-humanos es similar al planteamiento de Singer de que los no-humanos no tienen interés en una existencia continuada, el cual sirve como fundamento para el planteamiento de Singer de que la utilización animal no es moralmente objetable per se. Indiqué esto en un artículo que escribí en 1995, es un problema serio de la teoría de Regan.

Tercero, Regan no cree que el principio de igual consideración pueda llevarnos muy lejos hacia los derechos animales. Yo no estoy de acuerdo. Como mencioné anteriormente, el principio de igual consideración requiere que tratemos casos similares de forma similar a no ser que tengamos una razón moralmente sólida para no hacerlo. No tratamos a los humanos como propiedad o exclusivamente como recursos. No hay ninguna razón sólida para no acordar el mismo trato para los no-humanos. Por tanto, creo que la igual consideración puede llevarnos a la postura de los derechos.

Cuarto, Regan no se centra del todo en el estatus de los animales como propiedades. A mi ver, la explotación institucionalizada de los no-humanos no puede ser comprendida sin reconocer este aspecto del problema.

Finalmente, no estoy seguro de qué tipo de teoría es la de Regan. Aunque Regan afirma ser un abolicionista, él promueve muy activamente el bienestar animal. En el Apéndice de "Lluvia Sin Truenos", expliqué cómo Regan participó en la Marcha por los Animales de Washington de 1996, un evento que era explícitamente anti-derechos y pro-bienestar. Regan apoyó inicialmente el boicot a la Marcha, pero posteriormente la apoyó y desaprobó el boicot.

Debería añadir que la Marcha de 1996 fue un fracaso espectacular en gran parte debido a que los abolicionistas no lo apoyaron. El comportamiento de Regan en esa cuestión fue claramente inquietante y sirvió como indicación de que Regan no practicaba lo que predicaba, y causó una desavenencia entre nosotros.

Pero en los años recientes, Regan ha abrazado realmente el bienestarismo de un modo que es, a mi modo de ver, completamente inconsistente con lo que afirma creer. Por ejemplo en su “Festival de Vivir Compasivamente” de 2005, Regan tuvo como conferenciante clave a John Mackey, director deWhole Foods Markets, Inc. una cadena estadounidense de supermercados a gran escala que vende productos animales. El folleto del evento describió a Mackey como “la fuerza directora tras los altos estándares de bienestar animal”. Eso es asombroso. Whole Foods está haciendo un montón de dinero vendiendo carne criada “humanamente” y otros productos animales, y promoviendo la idea insidiosa de “consumo compasivo”.

Regan, que afirma ser un abolicionista, no sólo no condena esto sino que presenta a Mackey como un portavoz clave! Y el hecho de que Mackey sea supuestamente vegano no hace que sea mejor. Se podría decir con razón que peor ser un director vegano de un negocio que explota a no-humanos de lo que es si es un director no vegano que hace eso. En el primer caso, Mackey conoce algo mejor y elige continuar vendiendo productos animales, e incluso trata de hacer que la gente se sienta mejor consumiéndolos. En cualquier caso, hay muchos más ejemplos que ilustran el grado hasta el que Regan se ha vendido al bienestarismo. Cuando resulta conveniente, afirma que deberíamos tener “jaulas vacías” y cuando no, cambia de traje y promueve jaulas más grandes. No me extraña que la gente quede confusa.

¿Por qué crees que la postura bienestarista es tan popular?

Creo que la mayoría de la gente – incluyendo muchos defensores de los animales – aceptan el planteamiento de Singer de que los no-humanos no tienen interés en una existencia continuada, y que sólo se preocupan de cómo son tratados por los humanos. Esto es, Singer no cree que nuestra utilización de los no-humanos en sí misma implique un problema moral; es sólo nuestro trato hacia ellos lo que importa. De acuerdo con este planteamiento, los animales no se preocupan de si les utilizamos y matamos para nuestros propósitos; ellos sólo se preocupan por cómo les tratamos en el proceso. Esto lleva al énfasis de asegurar que mejor regulemos la explotación de forma que podamos disminuir el sufrimiento y no en abolir del todo la utilización animal.

Como argumenté en "Introducción a los Derechos Animales" y en otros lados, yo rechazo el planteamiento de que los no-humanos sintientes no tengan interés en una existencia continuada. De hecho, considero que ese planteamiento es una de las ideas más peculiares del pensamiento occidental, y una poderosa evidencia de que nuestro deseo por continuar consumiendo productos animales puede obnubilar completamente nuestra capacidad para pensar con claridad. La mayoría de la gente —incluyendo mucha “gente animalista”— quiere continuar consumiendo productos animales, y el planteamiento de que a los no-humanos no les importa si les utilizamos sino únicamente por cómo les utilizamos ayuda a justificar su comportamiento y centra la cuestión en la producción extensiva, en el “consumir con compasión” o algún otro principio bienestarista sin sentido.

¿Qué errores se cometen repetidamente en lo que se refiere a la interpretación de tu trabajo?

Hay tres errores principales. 

Primero, mis críticos frecuentemente afirman que afirmo que como los animales son propiedades, no podemos mejorar su trato. Yo nunca he afirmado eso. Como he explicado anteriormente, lo que he dicho que se extrae de mis escritos sobre la cuestión es que, dado que los animales son propiedades, hay poderosas fuerzas legales, políticas, sociales y económicas que militan en contra de un mejor trato.

Escribí "Animals, Property, and the Law" en 1995, y todos los bienestaristas afirmaron que estaba equivocado y que el bienestar animal podría ser mejorado. ¿Realmente? Echa un vistazo. Ha pasado más de una década, y las cosas no son nada mejores para los animales. Es más, yo diría que las cosas están peor. ¿Podríamos mejorar el trato de la propiedad animal? Seguro. ¿Lo haremos? No parece probable.

Segundo, mis críticos también afirman que no creo en el cambio progresivo y que quiero la abolición de la noche a la mañana o nada. Eso es tan ridículo que encuentro difícil de creer que esa gente realmente haya leído mi trabajo.

Como he argumentado en la primera parte de mi entrevista, dejé muy claro en "Lluvia Sin Truenos" que apoyo los cambios progresivos, pero argumenté que tales cambios deberían ser consistentes con la teoría abolicionista. En este momento, no hay una base política suficiente que favorezca la abolición y que pueda hacer que los cambios legales o políticos significativos tengan lugar, y el cambio abolicionista progresivo debería tomar la forma principal del veganismo y de la educación sobre el veganismo.

Mientras que los activistas quieran emprender campañas legales o políticas, deberían buscar prohibiciones que progresivamente erradicasen el estatus de propiedad de los animales y no regulaciones que meramente refuerzan ese estatus de propiedad. Yo apoyo los cambios progresivos – simplemente rechazo los cambios bienestaristas que buscan hacer la explotación más “humana”. Como una cuestión moral, la regulación bienestarista no reconoce el valor inherente de los no-humanos; como una cuestión práctica, el bienestar animal es un error abismal.

Tercero, algunos críticos afirman que el derecho a no ser una propiedad no es suficiente porque los animales deberían tener también otros derecho. De nuevo, estos críticos no han leído mi trabajo con mucha atención. En Introducción a los Derechos Animales, soy muy claro de que el derecho a no ser una propiedad es otra forma de hablar del derecho al valor inherente, el derecho a no ser un recurso humano. Si fuésemos a reconocer tal derecho —inicialmente como una cuestión moral/social y después protegido por la ley— dejaríamos totalmente de traer animales domésticos a la existencia y así eliminaríamos el 99,99% de los “conflictos” que existen ente humanos y no-humanos. Puede haber conflictos entre humanos y animales no-domesticados que vivan en la naturaleza, pero nuestro reconocimiento de que los no-humanos tienen valor inherente requeriría que respetemos el entorno de estos no-humanos y que diésemos igual consideración a sus intereses.

¿Puedes proporcionar algún consejo para los activistas que se enfrentan a demandas de litigio por difamación y cuáles son tus pensamientos sobre la minimización de riesgos?

Si. ¡Estáte seguro de que todo lo que dices es preciso! Eso no quiere decir que corporaciones poderosas no puedan llevar acciones legales para reprimir la diseminación de información incluso si esta es verdad. Pero los activistas minimizan los riesgos al ser escrupulosamente precisos al hacer cualquier representación de hechos. Hace que las demandas sean más fáciles de defender y milita contra los demandantes que tratan esos casos en primer lugar porque no quieren llamar la atención sobre hechos precisos que pueden levantar mayor crítica de la sociedad. El caso McLibel es un buen ejemplo. Creo que si McDonalds lo hubiese sabido nunca habrían denunciado a Dave Morris y Helen Steel. Sólo atrajo mayor atención a nivel mundial sobre cómo McDonalds trata a los no-humanos, sus trabajadores y el medioambiente.

¿Qué errores comenten los activistas continuamente en su acercamiento a las leyes en tu opinión?

Creen que el sistema legal es la primera línea de cambio social. Ese es un planteamiento erróneo que está provocando que el movimiento gaste enormes cantidades de tiempo, energía y recursos. Pero estoy de acuerdo con que las campañas legales pueden generar un montón de dinero para los esfuerzos de captación de fondos de las grandes organizaciones de bienestar animal.

Un buen ejemplo —aunque hay muchos— es que la ley ha prohibido supuestamente el foie-gras en California. Los grupos animalistas están proclamando una “victoria” y teniendo una gran oportunidad de captar fondos, en lo que se refiere a una ley que no sólo no prohibe el foie-gras sino que hace inmune a la industria del foie-gras hasta la menos 2012 y probablemente nunca llegue a tener efecto. !De hecho, la ley fue apoyada por la industria!

En cualquier caso, este tipo de cosas ilustran por qué quienes son serios sobre la abolición deberían centrarse más en su propio veganismo y la educación social sobre el veganismo y menos en las legislaciones o los casos jurídicos en busca de una mejor regulación de la esclavitud animal.

¿Tienen prejuicios los magistrados hacia la representación legal? Parece que no les gusta que los activistas se representen a sí mismos

Como abogado americano, no me siento cómodo al debatir sobre el sistema legal australiano. De forma general, creo que a los jueces no les gusta la auto-representación, especialmente en materia criminal, porque quiere decir que la acción no será litigada tan eficientemente, y que puede ser más propensa de pedir apelaciones. Como una cuestión de normas institucionales, los jueces fueron una vez abogados, y los mayores beneficiarios del sistema legal en cualquier lado es la profesión de derecho. Si todos se representasen a sí mismos, no habría necesidad de abogados, y eso es una postura inaceptable —para los abogados.

Se ha dicho anteriormente que una vez que un activista piensa que su caso es una cuestión legal, no una cuestión política, entonces habrá empezado a perder su caso. ¿Qué piensas?

Estoy totalmente de acuerdo. La cuestión animal es primero y antes que nada una cuestión moral y social. Repito: la ley está ahí para proteger los intereses por la propiedad. Mientras que el movimiento no consiga cambiar el foco hacia la abolición, el veganismo y los derechos como una cuestión moral y social, podemos esperar que la ley continuará protegiendo la explotación animal. Debemos entender que si va a haber algún progreso, debemos cambiar el campo de juego político. Y sólo podemos hacer eso a través de construir una base a favor de la abolición, la cual requiere que nos centremos en la importancia del veganismo como elemento indispensable de un movimiento que se preocupa por la justicia.

© 2006 por Gary L. Francione.

http://www.abolitionistapproach.com/media/pdf/abolitionist-online-p1-200603.pdf

http://www.abolitionistapproach.com/media/pdf/abolitionist-online-p2-200603.pdf

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